Hoy en día casi todo el mundo ha probado alguna vez alguna de las muchas terapias naturales que se ofrecen en el mercado, desde terapias más físicas y manuales como quiromasaje, osteopatía, etcétera, hasta otras más energéticas como acupuntura, reiki, pasando por otras reflejas como reflexología podal, auriculoterapia,... y muchas más como neuropatía, homeopatía, fitoterapia, flores de Bach, y un largo etcétera, hasta cerca de 200 técnicas diferentes para tratar a las personas que acuden a estas consultas buscando soluciones a sus dolencias y ser tratadas de una forma integral y holística. Para ello es necesario conocer de donde provienen sus males y atacar a la raíz del problema si fuera necesario, haciendo una revisión y valoración en todos los campos del ser humano: estructura, bioquímica, energía y emociones; lógicamente en muchas ocasiones apoyados del diagnóstico y valoración del médico o de otro compañero de profesión más experto o que trabaje con técnicas diferentes.

La gran mayoría de estas terapias se remontan a cientos de años atrás y otras como el masaje, manipulaciones articulares y acupuntura son milenarias. Lógicamente con el paso del tiempo han dejado de ser empíricas y cada vez tienen unas bases científicas mejor asentadas: recordad que hasta hace poco tiempo todo el mundo nos conocía por curanderos, metiéndonos a todos en el mismo saco; a los que tenían ciertas habilidades adquiridas y a los que teníamos que pasarnos muchas horas de estudio para poder entender cómo funciona el cuerpo humano, de ahí todavía nos persigue cierta mala fama, aunque también es verdad que ni todos los curanderos eran estafadores ni todos los terapeutas naturales han recibido una suficiente formación de calidad para dirigir un gabinete de estas terapias. Por esto siempre es muy importante a la hora de elegir el profesional adecuado que este se haya formado en una academia que ofrezca un programa cargado de contenido de calidad y horas para desarrollarlo correctamente, que al finalizar sus estudios esté bien asesorado a nivel fiscal y laboral para tener todos sus papeles y permisos en regla, y si es posible que pertenezca a alguna asociación de profesionales del sector que pueda dar fe de su profesionalidad. De esta forma el usuario de estas terapias naturales tendrá la garantía suficiente de saber que se está tratando con un buen profesional y que en ningún momento habrá riesgo de ser engañado o de sufrir empeoramiento del problema que presente.

Hemos hablado de lo importante de la formación con su conjunto de horas dedicadas al estudio y la práctica, por supuesto que esto nunca debe de faltar para la preparación de un buen profesional, pero si esto no se siente en el corazón del terapeuta rara vez va a poder empatizar con su paciente y este va a notar tal frialdad en el trato recibido que en muchas ocasiones la mejoría del tratamiento se hace cuesta arriba. Por esto muchas veces la terapia no está en el razonamiento y sí en el amor que se le da a una persona, cuando muchas veces la raíz de su problema es emocional, sintiéndose querida desde el primer momento con una sonrisa amable pero sincera, una pequeña charla donde se sienta escuchada, un quiromasaje cargado de sensibilidad donde se siente querida y un largo etcétera de detalles que hacen que un ser humano se sienta tratado como tal. Lógicamente para todo esto el terapeuta tiene que amar su profesión y desarrollarla lo más humildemente posible. Cuando se pierde la humildad en este mundillo lo mejor es retirarse, aquí los profesionales altaneros no tienen cabida, porque perdiste tu herramienta principal para ayudar a tu paciente: el amor.

Por eso digo que es una bonita profesión en auge, que aun teniendo mucho de estudio todavía le queda esa parte empírica que nunca tenemos que abandonar, y lo bueno es que nuestra sociedad cada vez está más sensibilizada con nuestra labor, acudiendo a nuestros gabinetes para ser tratada de manera natural, inteligente y con mucho amor.

Pero la parte más fea de todo esto es la lucha que mantenemos para que nos regulen como profesión. A pesar de tener nuestros epígrafes 841 y 944 para los profesionales dentro del IAE que ampara estas profesiones y pagar el 21 por ciento de IVA, no quieren reconocer de forma oficial nuestra profesión dotándola del reconocimiento que se merece. Lo bueno es que a pesar de todo podemos seguir ejerciendo nuestra labor, aunque oficialmente esté parcialmente reconocida, a pesar de las fuertes oposiciones que venimos sufriendo por otros colectivos que prefieren eliminarnos como competencia en vez de compartir esta bonita profesión para provecho de nuestra sociedad.

Antonio Martín Aguilar es presidente de Aproetena (Asociación Profesional Española de Terapias Naturales) y director técnico de Instituto de Salud Integral Kiros.