Cada Día de Andalucía me acuerdo de la cantidad de artistas del flamenco, que se fueron al otro mundo, el que sea, sin haber sido laureados por la labor que llevaron a cabo. No solo artistas, sino escritores, flamencólogos, críticos o representantes artísticos. Me acuerdo ahora de Jesús Antonio Pulpón, por ejemplo. Si nos vamos al siglo XIX, de Silverio Franconetti, al que tanto le deben Sevilla y el arte flamenco. Pues bien, Rafael Amargo tiene ya la Medalla de Andalucía y artistas de gran talla se han ido sin ella. José Menese, por ejemplo. Y se la han negado a José Luis Ortiz Nuevo, creador de la Bienal y autor de un montón de valiosos tratados sobre el género. En un día como el de hoy me acuerdo también de esas personas anónimas que trabajan cada día por este arte costándoles el dinero y que jamás van a ser reconocidas por la Junta de Andalucía. Vaya desde aquí una enorme medalla simbólica para esas personas y para quienes se fueron sin ella por la cicatería de una Andalucía desmemoriada e insensible que en otros tiempos, según Blas Infante, era tierra de hombres de luz.