Los romanos inventaron eso del Pan y Circo para que la gente se centrara en comer y divertirse y se olvidara de la política. En España reformó el invento quitándole a la gente el pan y convirtiendo la política en un circo. Pero, además, las diversiones de la gente no están tan alejadas de la política, como sucedía en la antigua Roma.
Aquí, si un futbolista defrauda a Hacienda, el escándalo depende de los colores que vista el presunto mangante. Si es de tu equipo, debe ser un error o una campaña de acoso de los rivales. Si es del equipo rival, es un sinvergüenza de cuidado y debería pagar como todos los españoles. Y en la política, más de lo mismo. Si el trincón es del otro partido se exige su dimisión de inmediato y su expulsión de la política, pero si es del propio partido hay que esperar a la apertura de juicio oral, expediente del juzgado y a la carta de los Reyes Magos.
Y es que en España las cosas se juzgan según el color y no la gravedad del asunto. Y cuando no se tiene capacidad de autocrítica es imposible mejorar. Hay gente que no se cree que los políticos les roben, porque son de los suyos. Y los que marcan goles para mi equipo no defraudan.
Pues sigan así, amigos, pero luego no se quejen ni de la falta de liquidez de las pensiones ni de los recortes en sanidad o educación. Aquí nos manga todo el que puede y ya es hora de ponerle la cara colorada a todos. Y si en algo coinciden, es que tanto políticos como futbolistas nos están metiendo unos goles que es para flipar.