Todo está en los libros

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19 mar 2016 / 18:53 h - Actualizado: 19 mar 2016 / 21:37 h.

Recuerdo que en el colegio un profesor de Historia solía repetir el soniquete de una canción probablemente inventada que decía «Todo, todo, todo está en los libros», cada vez que un alumno expresaba una duda en voz alta, en referencia a la lección en la que estuviéramos inmersos en esa etapa. En aquel momento todos pensamos que no tenía ninguna relevancia, que estaba loco –¿qué adulto no lo está cuando uno tiene diez años?–; ahora veo con claridad que con su alocada canción en realidad quería que comprendiéramos que en los libros estaban las respuestas a nuestras preguntas, quería animarnos a que emprendiéramos la aventura de lanzarnos a conocer el mundo con nuestras propias herramientas.

Con el paso de los años y los libros uno comprende que hasta las más avanzadas actualizaciones del hoy, esas que mañana ya están caducas, fueron predichas, tratadas y comprendidas siglos atrás, como si el mundo fuera una pelota que da vueltas por el suelo y que siempre acaba una y otra vez en las mismas calles.

Esta semana saltaba la noticia de que la Biblioteca Británica digitalizará un guion en el que Shakespeare imaginaba a un Tomás Moro que demandaba un trato humano para los refugiados. Corría el siglo XVII y los hugonotes, protestantes franceses perseguidos en su país, acudían a Londres buscando techo y protección, exactamente como sucede ahora, cuatro siglos después.

Hace escasos días la UE aprobaba la decisión de expulsar masivamente a los refugiados llegados a las costas griegas. El manuscrito del británico pone en las palabras de Moro la necesidad de practicar la empatía, de situarse en el lugar de todas aquellas personas que dejan sus hogares para luchar por una vida digna, pero se consideró tan agitador que nunca se estrenó, por miedo a disturbios.

La actualidad del guion del siglo XVII araña lo más profundo de la conciencia. Duele, porque es real. Chirría, porque han pasado cuatro siglos y los gobiernos no sólo no tienden la mano, sino que las pisan. Ojalá una obra sobre defensa de refugiados no volviera a ser noticia. Aquel profesor tenía razón. Todo está en los libros.