La Tostá

Torres Macarena en la Feria

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
04 may 2019 / 10:38 h - Actualizado: 04 may 2019 / 10:43 h.
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  • Torres Macarena en la Feria

La única peña flamenca de Sevilla que tiene caseta en la Feria de Abril –que pronto será de junio–, es Torres Macarena, la más antigua de Sevilla y de las primeras de toda Andalucía. Está en la calle Torrijiano, en la Macarena, de las más flamencas de la ciudad, paralela a Monedero, donde nació Pepe Pinto, y cerca de Don Fadrique, que fue donde murió otro genio del cante, El Carbonerillo. En Torrijiano vivió también El Colorao y murió el célebre Niño de Fregenal, el cantaor de la voz de miel. Tiene tanta historia esta estrecha y larga arteria macarena, que merecería un libro.

Recuerdo cuando hubo el intento de consolidar una caseta en la Feria para todas las peñas de la provincia, a través de la recién creada Federación de Entidades Flamencas de Sevilla. No era muy grande y estaba cerca de la portada, ya en Los Remedios, a finales de los setenta. Fracasado el intento, es Torres Macarena la única que tiene una hermosa caseta en el Real de la Feria, en la calle Antonio Bienvenida 64-68. Dos módulos, con una decoración flamenca y arte jondo todos los días, además de buena cocina. Es el paradero de todos los flamencos que van a la Feria.

La última vez que vi baile flamenco en esta caseta fue a cargo de Carmen Ledesma, una de las mejores del momento, nada comercial y con una estampa que hubiera enamorado a Silverio y Demófilo en El Burrero. En Torres Macarena, sea en su sede o en la caseta, no cabe el flamenco comercial o para turistas, sino lo genuino. Por eso, cuando vas a la Feria y estás hasta el gorro de sevillanas, encuentras en esta caseta el remanso de paz de la jondura flamenca mientras saboreas un buen vino y das buena cuenta de un plato de jamón o de pescado frito variado.

Hay siempre tantas personas que no es fácil encontrar una mesa, pero cuando lo haces ya no te vas en toda la noche, entre otras razones porque cuando quieres cambiar de aire vas a salir por la puerta y te puedes encontrar a alguna figura del arte que en vez de invitarte te pide una copita de manzanilla para celebrar el encuentro. Y un platito de jamón, claro, de los de pellizco moreno. Que eso de que los flamencos no comen es un cuento chino.