Veía una serie en la que Churchill, tras ignorar la gravedad de los efectos del smog en Londres, llegaba a urgencias de un hospital a visitar a su secretaria que había tenido un accidente y fue cuando comprobó que todo estaba abarrotado de enfermos. Entonces llamó a la prensa y mandó que le hicieran fotos con todos los afectados por la nube tóxica a la vez que clamaba la necesaria solución de aquel problema que él mismo había negado semanas anteriores. Era la foto y el instante mucho más importante que la coherencia con el problema y sus soluciones.
Algo de eso he visto esta semana en Rivera cuando nos hablaba de su cuponazo y de su negativa al concierto vasco acordado por el gobierno al que él apoya. Sin duda la foto y el momento han sido más importantes que el problema o la coherencia política en sus actos. Rivera se ha negado al concierto vasco a sabiendas de que sus votos no son determinantes y busca en la foto antivasca el oportunismo y los réditos políticos de la España asimétrica que precisamente contempla la Constitución que tanto dice defender.
Llama la atención que el acuerdo del concierto vasco se adopta como compra de voluntad al PNV para que apoye los presupuestos que negociaron precisamente PP y Ciudadanos, es decir, Rivera se niega a algo que luego formará parte de los Presupuestos del Estado que votará con PNV y PP. La voluntad política se plasma en los presupuestos y ese es el algodón que no engaña, a diferencia de Rivera; lo del cuponazo es puro postureo del marketing y una especie de trampantojo político.