Hoy se cumplen 85 años desde que un 16 de junio de 1931 nacía el Club Natación Sevilla, también llamado Club Trastamara por haber estado ubicado en el número 9 de dicha calle. Y califico de triste el título del presente artículo porque desgraciadamente dicho espacio deportivo ha cerrado sus puertas.
Hoy –como sevillano y amante del deporte– hay motivos sobrados para poner en negro el calendario. Motivos sobrados porque son muchas las disciplinas que durante muchos años se han practicado en esas instalaciones; desde la natación o el baloncesto, hasta el tenis de mesa, piragüismo, boxeo o patinaje, pasando por otras como waterpolo, gimnasia, esgrima o artes marciales.
Motivos sobrados porque han sido muchos los éxitos deportivos que se han logrado, desde campeonatos de España a participaciones en Juegos Olímpicos. Y también hay poderosas razones en coincidir que es un día triste y negro debido a que la nostalgia se apoderará de miles de sevillanos que aprendieron a nadar en el Club Natación Sevilla. Parece inverosímil que no haya sido salvable –entre todos– una deuda de poco más de un millón de euros. No es una cantidad significativa para administraciones local o autonómica si ponemos en el otro platillo de la balanza todas las prestaciones que daba y que podía haber seguido dando este club.
Sólo queda mirar hacia delante, con la nostalgia antes mencionada, pero sobre todo con el orgullo de saber lo mucho que a Sevilla durante 85 años le ha dado (sin pedir nada a cambio) un club de la categoría del Club Natación Sevilla.
Por todo ello, no como Vicepresidente de un club hermano que fui y por ello mucho más sensible con los acontecimientos, no como deportista del montón que soy, sino como sevillano y como andaluz doy mis más sincera gratitud por toda esa labor.
Decía Séneca que «la recompensa de una buena acción es haberla hecho». Pues mi parecer (y así se lo transmito a Luis Esquivias como presidente hasta hace muy poco) es haber obtenido una excepcional recompensa.
Mientras tanto, ¡sé feliz!