Las rutas turísticas en bicicleta se multiplican en las ciudades y cada día son más los turistas que alquilan bicis para recorrer con mayor comodidad los cascos antiguos. Sevilla no escapa a esta tendencia y debe adaptar sus infraestructuras para ser más accesible al turismo urbano en dos ruedas.
Dar facilidades al viajero en bici aumenta la accesibilidad universal y ayuda a descongestionar los centros históricos que reúnen los monumentos más emblemáticos de cada ciudad. En el caso de Sevilla son la Catedral, el Archivo de Indias, el Alcázar y el barrio de Santa Cruz.
El Palacio de las Dueñas, perteneciente a la Casa de Alba e integrante de la Asociación Casas Palacio-Sevilla Walking Route, no da ninguna facilidad al cicloturista para guardar su máquina en alguno de sus patios y tampoco dispone de bicicletero en su entrada.
La Asociación Casas Palacio de Sevilla, que agrupa a Las Dueñas, la Casa de Pilatos, la Casa Salinas y la Santa Caridad, se olvida del cicloturismo y recomienda hacer su ruta solo a pie.
El problema señalado se extiende a monumentos, museos, iglesias y conventos y al enorme sector de la hostelería que no piensa en el cicloturista y no ofrece bicicleteros en sus terrazas en la calle.
Facilitarle la vida a las personas que se desplazan en bici o triciclo, a las que tienen algún tipo de discapacidad o a las que tienen perros es una señal de civismo y responsabilidad social que redunda en una ciudad más humana y amigable para todos, en una ciudad más abierta a la diversidad funcional, a la diversidad cultural, a la innovación y al cambio.
Porque hay que pensar en el futuro, si queremos mejorar nuestro presente y anticiparnos a lo que viene: el incremento de las bicis y patinetes eléctricos que requieren enchufes para su recarga y no solo postes para amarrarlos, los taxis autónomos sin conductor... En definitiva, la movilidad distribuida y compartida, más inteligente y ecológica que la actual.