Un arte saludable y curativo

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
11 sep 2018 / 22:30 h - Actualizado: 11 sep 2018 / 22:30 h.
"La Tostá"

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Ahora se habla mucho de ello, pero hace muchos años que escribí sobre el flamenco como terapia para personas con depresión o alguna enfermedad que le impida llevar una vida normal. Una noche de hace más de treinta años entré en los camerinos del Lope de Vega de Sevilla para saludar a la bailaora jerezana Tía Juana la del Pipa, madre de la cantaora actual con el mismo remoquete y abuela del también bailaor Antonio el Pipa. Esta gitana tenía ya muchos años y apenas se podía mover. Al preguntarle que cómo iba a poder salir al escenario, me respondió: «En cuanto suene la guitarra de Morao y me cante el Tío Sordera, adiós a la artrosis». En cuanto pisó la tarima de La Bombonera, con los brazos levantados y vestida como vestirían las Coquineras del Puerto, la diosa calé voló sobre el escenario como una paloma sobre la Plaza de España, sin tocarlo para nada. Aquello fue un milagro, porque podría jurar que estaba lista de papeles. Una fiesta por bulerías de Triana o de Jerez es mucho más saludable e incluso curativa que cualquier tratamiento antidepresivo.