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Un bautizo de gitanos

No dudamos de que hubiera familias que quisieran intimidad a la hora de sus ritos ancestrales, pero otras no tenían problemas con que los castellanos o payos entraran en sus casas y participaran de este rito

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
24 feb 2018 / 08:13 h - Actualizado: 24 feb 2018 / 08:59 h.
"Desvariando"
  • Un bautizo de gitanos

Una de las creencias más extendidas sobre el origen del flamenco es que los gitanos de la Cava de Triana no dejaban entrar a los gachés en sus fiestas, dicen que porque eran muy celosos de su intimidad y sus costumbres, entre ellas la de cantar, bailar y tocar la guitarra como nadie. No dudamos de que hubiera familias que quisieran intimidad a la hora de sus ritos ancestrales, pero otras familias no tenían problemas con que los castellanos o payos entran en sus casas y participaran de este rito. Era el caso de Juan Rodríguez El Gallego, un compadre de Antonio Ortega Heredia El Fillo, tuerto y azabachado, que al parecer era generoso y hospitalario, además de no importarle nada que le pudieran mangar los cantes.

Si sería así, que un día invitó al célebre periodista Modesto Lafuente Zammalloa (Rabanal de los Caballeros, Palencia, 1806-Madrid, 1866), que estaba por Sevilla en abril de 1841, para que asistiera al bautizo de uno de los miembros de su numerosa prole. Y don Modesto y su lugarteniente Tirabeque atravesaron el puente de barcas y se plantaron en el arrabal, donde ya vivía el célebre Fillo, aunque había muerto ocho años antes don Pedro Lacambra, el famoso contrabandista que tuvo su mesón y fonda en la calle Santo Domingo, hoy San Jacinto, que organizaba fiestas flamencas casi todas las semanas para vender carne y marisco.

Modesto Lafuente no solo aceptó la invitación de El Gallego, sino que publicó un espléndido reportaje el 21 de abril de 1841 en El Constitucional, con el epígrafe Un bautizo de gitanos:

La noche siguiente nos fuimos Tirabeque, y mi reverenda persona á un bautizo de jitanos en Triana que es una de las funciones más célebres entre ellos, para lo cual habíamos sido atenta y personalmente convidados por el gitano Juan Rodríguez (a) el Gallego, que era el jefe de la tribu bautizante, tuerto, azabachado, pero saleroso y hombre de buenas partidas.

Cuando apareció el reportaje, quizá el primero publicado en la prensa española a página completa y con tantos detalles de la fiesta, algunos gitanos de Triana montarían en cólera. «¡Válgame el Farón, El Gallego invitando a un periodista payo a su casa! Le saquen el otro ojo de un pellizco».

Cuando llegamos ya estaban metidos de recio en la zambra. Nuestro recibimiento no nos dejó nada que desear. La broma y el bailoteo eran en un patio moruno, alumbrado por un velón de estilo egipcio colgado de la cornisa de un poste y un farol neófito suspendido de una cuerda. Pusiéronnos unas sillas, y no bien nos habíamos sentado cuando ya nos amenazaron con la taza de mostagán.

¿Estarían en este bautizo El Fillo y su familia? Es lo más probable, aunque Modesto Lafuente sabría de las andanzas del cantaor gitano de San Fernando y de sus problemas con la Justicia, y por eso omitiría su nombre y el de su esposa Alejandra Vargas Filigrana. No sería extraño que también estuviera por allí Curro Pabla, uno de los hermanos cantaores del gran cantaor, porque todavía no lo habían asesinado. Quien por cierto se casó de penalti con una cuñada del citado Fillo. Sí, de penalti, aunque a los más castizos les parezca extraño.

El baile principió al grito de «¡Vira Fra Geriundo! Otros decían: «viva el Pae Geriendo! Viva su incólito Tirabeque!» A los cuales se mezclaba de vez en cuando el de: «Viva el empresor mas florío de España! » Los instrumentos músicos eran un guitarrillo, que parecía guitarra de hacienda nacional, las palmas de las manos que tocaba á compás todo el coro de vírgenes flamencas y el canto de dos ó tres de las mas acreditadas de filarmónicas. El baile es gracioso y animado, muy gestículoso y muy mímico, pero soberbiamente lascivo é incitador al desorden. Anárquica y bullanguera estuvo la Niestra, y sediciosa en demasía; pero la que se pronunció completamente por la total desorganización del cuerpo social fue la Juana Vargas: esta era la Tersicore de aquel Parnaso: desconyuntábase fieramente, y contoneábase de un modo energúmeno y argadillesco.

Modesto Lafuente dio detalles de la fiesta, sobre los instrumentos y los bailes, y cita a dos gitanas, Juana Vargas, seguramente cuñada de El Fillo, y La Niestra. ¿Niestra o Nitra? Lo digo porque Tomás Ortega López El Nitri, cantaor gitano del Puerto de Santa María y primera Llave del Cante, era sobrino de El Fillo, hijo de su hermano Andrés. Andrés Ortega Heredia se casó con Luisa López Monge, del Puerto, y de esa unión nacieron El Nitri y José Ortega, padre del cantaor Caoba de Cádiz. Un familiar de Tomás el Nitri afincado en Nueva York me comentó hace unos años que a la madre del célebre cantaor le decían La Nitra, y pudiera ser que se tratara de la misma que citó Modesto Lafuente. Así que puestos a especular, algo muy propio de los flamencólogos, es probable que en ese bautizo gitano de La Cava estuviera un Nitri de tres años de edad empapándose ya de duendes.

Allí se hallaba también sentada en el suelo la madre del gitanillo bautizado, del inocente autor de la gresca. La noche anterior había alumbrado, y aquella noche ya estaba allí alumbrada ella. Esto se llama felicidad gitana. Con el mostagan y el peñascaró no sólo les bailaban los pinré sino también los dicañis de manera que se veían unas filas infernales, que parecían cielos de alegres. Con muchas instancias fué invitado á bailar Tirabeque: reconociéndose lego en la materia se resistió como un perro y aun eludió el compromiso á costa de un chulé (8 que diñó al gallego para mostagán. Amenizóse la función con unas playeras que gorgoriteó el Canelo primer antifonita de la tribu. «Agárrate bien Canelo, le decían, pa que oiga el Pae Geriendo lo que se canta en el mundo conosío.» Y concluyó la función con el baile denominado la liorna, que verdaderamente a liorna en toda su algarabesca extensión.

El periodista cita a otro cantaor, El Canelo. ¿Sería algún Canela, de los Canela de Triana de toda la vida, de aquellos que rivalizaban en hombría y cante con todo un Curro Puya? Los Canela eran cigarreros de la Fábrica del Tabaco y armaban unos líos tremendos en el arrabal.

Gracias a este reportaje, Serafín Estébanez Calderón publicó meses más tarde su Baile en Triana, también en prensa, por rivalizar con Lafuente, que fue el primero, y no Estébanez, en meterse en una fiesta y contarla después en un periódico de tirada nacional. Un gaché metido en un bautizo gitano para contar con pelos y señales cómo bailaban y cantaban los calés de Triana. Lo que no sabemos es si al salir, El Gallego le pidió la grabadora para que no se llevara registrados los cantes que tan celosamente guardaban en aquel corral.