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Un juez machista

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28 jul 2018 / 21:29 h - Actualizado: 28 jul 2018 / 21:29 h.

Sí, es muy conservador, en efecto, pero sabe muchísimo derecho. Da gusto discutir con él». Esto decía un gran juez, progresista, de otro gran juez con el que compartía sala. A quien se lo dijo no supo qué responder, pues le acababan de destrozar su argumento principal contra una sentencia recién dictada y de la que el magistrado criticado había sido ponente. Según el crítico, un juez de derechas no puede impartir nunca buena justicia dada su marcada inclinación ideológica. Que su admirado maestro le hiciese ver que lo uno no estaba reñido con lo otro, además de pillarle absolutamente desprevenido, lo dejó sin argumentos para seguir hablando con propiedad de la sentencia que comentaban. Salvo algún resumen de prensa no la había leído, de modo que aprovechó un breve silencio incómodo para cambiar hábilmente de tema y así no quedar en entredicho. Porque criticar a la persona de un juez es infinitamente mucho más sencillo que cuestionar el fondo de sus resoluciones. Esto último exige de un esfuerzo que no todos están dispuestos a hacer, algunos incluso se muestran interesadamente vagos.

Si piensan un rato en esta anécdota posiblemente llegarán a plantearse una cuestión fundamental: ¿Cómo deberían ser nuestros jueces además de reconocidos juristas? Hoy se habla mucho de la justicia patriarcal, por poner el ejemplo que me cae más a mano. Es decir, se da por hecho que en el seno del Poder Judicial habitan muchos servidores públicos que no han sabido interiorizar el principio efectivo de igualdad que debe presidir las relaciones entre el hombre y la mujer. Dicho de otro modo, jueces y magistrados que traen puesta de casa la discriminación por razón de sexo como el principal elemento constitutivo del argumentario con el que redactarán sus sentencias. Un juez machista solo puede dictar sentencias machistas, por decirlo con pocas palabras. Hacia dónde pueda llevarnos esta popular creencia lo estamos viendo y viviendo en cierta forma. Se condena a una mujer por sustracción de menores y acto seguido se convocan manifestaciones que piden justicia contra la justicia.

¿Cómo se conoce a un buen juez? En los siglos XVI, XVII y XVIII los jueces del Rey no motivaban sus sentencias. A cambio se les exigía que llevasen una vida pulcra, casi monacal. El respeto a sus sentencias dependía directamente de la pulcritud con la que viviesen, de la intachabilidad de su conducta. Por el contrario, los jueces de hoy, y así desde el siglo XIX –creo que fue el Código de Comercio de 1829 el primero que los obligó a hacerlo–, deben motivar todas sus decisiones. Porque solo desde la ratio de sus sentencias podemos saber si su actuación se ajusta al derecho, su única devoción. No sé si hay jueces machistas, o si son muchos o pocos, lo que sí sé es que contra las sentencias machistas cabe recurso, por contrarias al orden constitucional. Y siempre habrá jueces en Berlín. Y juezas.