Un largo Albiol, un PP pigmeo

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21 dic 2017 / 23:49 h - Actualizado: 22 dic 2017 / 00:51 h.

Estar sin estar, todo un arte, como el que se gasta la gente importante. De los posibles resultados de las elecciones catalanas, el dato que más me sorprende es que el PP sea un partido minoritario o residual, casi extraparlamentario, menos relevante que los antisistema de la CUP, para entendernos. Y más llamativo aún es que a nadie extrañe este hecho. Sin embargo, pese a la cruda realidad el PP está, o debería estar, porque sería muy mala señal que asumiera su papel de partido insignificante. Que García Albiol dimita o lo dimitan es a estos efectos una consecuencia sin importancia. Como noticia será flor de un día. Es un principio no escrito que el candidato que obtiene los peores resultados de una serie histórica debe marcharse ipso facto, sin necesidad que nadie lo empuje. Pero ido el largo hombre, deja tras de sí un PP diminuto, casi invisible. Y esto segundo es lo grave, lo que debería preocuparnos mucho.

No sin cierta dosis de cursilería, los politólogos hablan de incentivos a la hora de prever o explicar los movimientos de los partidos en situaciones de complejidad. Pues bien, ante la probable situación de bloqueo que arrojarán las urnas –una Cataluña dividida en mitades no idénticas–, los partidos secesionistas son los únicos que miden sus incentivos hacía el interior de sus fronteras. Todos los demás, los integrantes del denominado bloque constitucionalista –incluyo aquí a un Podemos que siempre puede equivocarse gravemente–, juegan tanto hacía dentro como principalmente hacía afuera, hacia el resto de España. Los acicates de estos últimos para maniobrar en Cataluña estarán siempre condicionados por la repercusión que sus decisiones tengan en el resto de comunidades autónomas. El PSC y Podemos, por ejemplo, son desde este punto de vista los que más tienen que arriesgar, pues su capacidad para ser partidos trasversales entre ambos bloques puede comprometer mucho sus aspiraciones para gobernar España en un futuro. Cs en cambio, el partido triunfador de la noche, tiene los estímulos equilibrados, en posición de empate. Ser el antagonista absoluto del secesionismo y seguir siéndolo como martillo pilón le puede dar resultados a este lado del Llobregat. Pero, ¿y el partido de Rajoy qué incentivos tiene, hacía dónde debería orientar su estrategia después del tremendo castigo recibido?

Porque un PP insignificante en Cataluña es paradójicamente el partido clave para desbloquear la situación catalana. Y esta es una situación terrible para España, sobre todo si llega a percibir y creerse que su éxito fuera de Cataluña es inversamente proporcional a su fracaso en la tierra de Josep Pla.