Un mensaje del arzobispo de Sevilla ante el problema de las migraciones

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18 ago 2018 / 23:00 h - Actualizado: 18 ago 2018 / 23:00 h.
"En verde"

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El Evangelio de San Mateo (Mateo, 2, 13) nos narra que hace más de veinte siglos hubo una migración muy especial. Nos dice el evangelista: Un ángel del Señor se aparece en sueños a José, diciéndole: Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto. San Mateo nos narra la migración de la Sagrada Familia a otro país huyendo de la violencia, la migración de Jesús a través de una frontera tratando de encontrar un lugar seguro donde vivir. Jesús pasó la frontera sin concertinas ni oposición, y pudo volver posteriormente, muchos años después para completar su vida y su misión en el mundo, dejándonos un mensaje que se aleja de la realidad de hoy, donde la misericordia resulta escasa con los que huyen buscando una posibilidad de vivir, como hizo de Sagrada Familia.

Don Juan José Asenjo Pelegrina, arzobispo de Sevilla, lleva tiempo criticando «la actitud inhumana y profundamente insolidaria de Europa ante los refugiados» (El Correo de Andalucía, 17 de enero de 2017). El arzobispo, con motivo del Día de Emigrante y el Refugiado en 2017, dirigió una carta a los fieles de la Archidiócesis donde se manifestaba que «los inmigrantes son una bendición, en primer lugar para la comunidad cristiana y también para toda la sociedad».

Recalca D. Juan José Asenjo «la importancia que supone la aportación cultural de los inmigrantes para la comunidad de acogida, así como la participación de personas procedentes de otros países tan dispares en las celebraciones eucarísticas de las parroquias sevillanas». Llega el arzobispo de Sevilla, mostrando un espíritu evangélico que hay que imitar, a pedir perdón en nombre de la comunidad «por las veces en que entre nosotros se ha traslucido falta de caridad o, incluso, xenofobia».

Atendiendo a su propia forma trasmitir el mensaje evangélico, mostrada en las Directrices Apostólicas del Arzobispado de Sevilla y a los esenciales mensajes del Papa Francisco, el arzobispo explica que «el corazón de los cristianos algunas veces se contagia con actitudes mundanas como el rechazo de lo distinto, o la valoración de las situaciones sociales sólo desde una óptica económica. La Iglesia de Dios en Sevilla tiene que crecer en acogida creativa a los inmigrantes». En el diario citado, D. Juan José Asenjo, recordando el mensaje del Papa Francisco con motivo de la jornada del Día del Emigrante y el Refugiado que «muchos niños se convierten cuando emigran en el grupo más vulnerable de los inmigrantes».

Destacar una frase del arzobispo de Sevilla que habría que considerar muy seriamente «ninguna sociedad puede tenerse por cristiana si desoye el clamor de inocentes que necesitan ayuda». Estamos en agosto de 2018, más de un año después de las palabras del Papa Francisco y de don Juan José Asenjo en relación con la actitud de los cristianos en relación con problema de las migraciones forzadas. Nos podemos preguntar ¿ha mejorado la situación? Y la respuesta evidente es que no, es más el conflicto ha empeorado alarmantemente.

Este verano hemos asistido a situaciones extremas e inadmisibles. La política migratoria de Europa comenzó a hacer aguas con la crisis migratoria de Siria motivada por una guerra injusta e innecesaria, tolerada por países que asisten sin inmutarse a una situación que dura ya siete años. La actitud de opacidad de fronteras de algunos países junto con el renacer de la xenofobia ha generado situaciones alejadas de cualquier atisbo de humanidad. La crueldad y la falta de misericordia han invadido de nuevo a Europa, como nuevos jinetes del Apocalipsis.

España ha vivido con el Aquarius una situación delicada donde ha primado en la solución planteada el cuidado y la atención con los que sufren. El Gobierno de España ha demostrado humanidad y los católicos debemos sentirnos contentos. Andalucía recibe cada día muchos migrantes, de forma directa e intensa, pero no puede resolver el problema en forma individual. Esta semana la Junta de Andalucía va a reubicar a 88 menores inmigrantes no acompañados (MENA) por nuestra comunidad. No se puede negar a nadie, niños incluidos, el rescate en el mar ni la tención médica. No sería humanitario, y menos cristiano. Hace falta una política coordinada de la Unión Europea para solucionar el problema.

Una estrategia política alejada de concertinas y soluciones de fuerza y violencia. Jesús de Nazaret cuando tuvo que huir de la violencia no encontró fronteras cerradas. Europa ha vivido en los últimos cien años situaciones de mucha violencia y debería recordarlo. Recomendamos leer el libro El sueño del celta de Mario Vargas Llosa para entender que Europa tiene una deuda con África tras el oscuro pasado colonialista, por los mal llamados «descubrimientos» cuando en realidad eran invasiones que han conducido a situaciones extremas de guerras y apropiación de recursos.

La Iglesia no ha permanecido muda ante el ignominioso problema de la migración. En agosto de este año don Juan José Asenjo ha vuelto iluminarnos en relación con este problema y ha manifestado: «Los países ricos de Europa deben socorrer a África». El arzobispo de Sevilla ha utilizado una aproximación que nos remonta a la Segunda Guerra Mundial, el Plan Marshall, un proyecto de ayuda económica y tecnológica de Estados Unidos hacia la destruida Europa (El Correo de Andalucía, agosto de 2018). Independientemente del significado y alcance en el pasado del Plan Marshall, que ayudó a la reconstrucción de Europa (especialmente Gran Bretaña, Francia y fundamentalmente Alemania) la idea en esencia es válida: una ayuda importante y solidaria esta vez de Europa para generar una situación de desarrollo posible para África, sin intereses más allá de una actitud humanitaria que genere en un bien común colectivo, a través del Desarrollo Humano Integral, el único camino desde una perspectiva cristiana.

Así, con este símil, D. Juan José Asenjo plantea que la única solución hacia África es un proyecto Europeo de socorro hacia la desvalida África sumida en guerras, explotaciones y cambio climático. Hacen falta proyectos de cooperación y ayuda sobre terreno para alcanzar los que el Papa Francisco llama Desarrollo Humano Integral, al que nos invita a contribuir don Juan José Asenjo. Es un camino alejado de intereses económicos o de control y dominio de terceros para explotar recursos o generación de situaciones que precisan armas que casualmente les vendemos los que originamos los problemas, actualmente o en el pasado.

El arzobispo de Sevilla se alinea, de acuerdo con sus propias palabras (Diario de Sevilla de agosto de 2018), con el Papa Francisco, y nos dice: «Me gustaría que estos millones de descartados, que huyen del hambre, de las guerras o de las persecuciones políticas, pudieran encontrar esos caminos de realización personal en sus propios países. Europa debe ayudar a África. Los países ricos debe ayudar al socorro de las naciones africanas que lo necesitan con iniciativas que son perfectamente asumibles por Europa, pero mientras tanto tenemos que acoger a los inmigrantes y defenderlos». El arzobispo de Sevilla recuerda y hace suyos los testimonios del Papa Francisco que ha denunciado «la vergüenza de la muerte de tantas personas en el mar mediterráneo, motivadas por la huida de la guerra y el hambre», y muestra un camino que posiblemente es el único camino para tratar de solucionar un problema sobre el que las soluciones violentas solo generarán aún más violencia y mucho sufrimiento y desamor.

Este mensaje es para todos. Pero especialmente los cristianos, seguidores de un Jesús que sufrió la persecución y la migración, debemos meditar las palabras de don Juan José Asenjo Pelegrina, arzobispo de Sevilla, un pastor que nos ilumina en una cuestión tan crítica y sobre la cual los cristianos no podemos permanecer ni ausentes ni impasibles. El Evangelio de Jesús no admite interpretaciones, y nuestra alegría está en contribuir a su materialización en este mundo convulso y doliente en el que vivimos.