Probablemente no ocurra nada trascendente, pero cada año que pasa se acerca más el día en que se arme un buen revuelo en la junta de accionistas del Sevilla. El ruido de sables se incrementa cada año por estas fechas. Aún no tiene día la Junta (casi con total seguridad será antes del fin de semana del derbi, el del 19 y 20 de diciembre), pero las cartas están bocarriba. La desunión en Sevillistas de Nervión amenaza con desestabilizar la paz social reinante en el Sevilla desde hace más 15 años, aunque mientras la pelota siga entrando, la guerra por el poder ralentizará su estallido. La familia Del Nido quiere recobrar todo el protagonismo dinamitando Sevillistas de Nervión para que ya no haya voto unificado y así aumente su cuota de poder. En el otro lado del ring, el actual presidente, José Castro, respaldado por la mitad de la todavía vigente sociedad. Entre medias, la familia Carrión, expectante, agazapada.
A corto plazo, lo relevante no es la reunión obligada de ayer, sino ver si como han solicitado la familia Del Nido y Gómez Miñán, los derechos políticos de la sociedad quedan suspendidos –no podría votar como tal en la Junta–. Se desconoce si la resolución judicial aparecerá antes o después de la asamblea. Pero, llegado el caso, se abre el abanico a todo tipo de posibilidades, desde una remoción del consejo que provocaría alianzas y movimientos de todo tipo, hasta, por qué no, un cambio de presidente. Este partido que se juega en los despachos y en los tribunales sigue siendo en parte subterráneo debido a la buena marcha del equipo y del club en general. No en vano, el Sevilla presentará unas cuentas bastante positivas tras otro año exitoso en lo deportivo. Con eso no hay quien pueda tumbar a una directiva, aunque Castro cada vez se siente más solo, intuyendo que en el consejo de administración algunos son más de Del Nido que de él y otros simplemente del que mande en cada momento. Y que, a la larga, los que mandarán de nuevo serán los Del Nido, aunque sea con él de presidente. No lo descarten.