Un plan conjunto

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21 ago 2018 / 20:27 h - Actualizado: 21 ago 2018 / 20:28 h.

El bien común y cooperación internacional deben ir de la mano. No es posible superar la pobreza si no estamos atentos al desarrollo económico y social de los países empobrecidos, y que por regla general no son pobres en recursos y posibilidades. Esta constatación está ligada a conflictos bélicos, a gobiernos poco éticos que basan su poder en principios totalitarios y a la escasa y nula presencia de valores democráticos.

Hace unas semanas escribí acerca de cómo el bien común puede ser una solución a la inmigración causada por el empobrecimiento injusto de muchos países, entre ellos muchos del continente africano, obligando a sus ciudadanos a salir de una miseria irracional causada por los hombres. No se debe olvidar que el origen de esta situación está en las personas.

Subrayo que la solución no es posible encontrarla si no existe, hay que insistir en ello, un trabajo conjunto entre los países democráticos y con mayor desarrollo económico. En nuestro país está habiendo un debate, a mi modo de entender bastante artificial, sobre la inmigración; y digo artificial porque aparecen unos políticos que se consideran que son los que van a solucionar esta triste realidad. Este debate no va al fondo de la cuestión y del problema. Les pido con humildad, pero también con la determinación de ser ciudadano de un país excepcional y acogedor como es España, que se sienten en una mesa y traten de establecer un plan de trabajo que aporte soluciones en origen, porque solamente trabajando en los países en donde se genera la inmigración se podrá hallar el modo de romper con esta triste realidad.

Deben de reconocer los responsables políticos que sumando se logrará cambiar la situación. Aquí, los protagonismos no ayudan. Es suficiente percatarnos, con la lectura de varios titulares en diversos medios de comunicación, acerca del último debate sobre quién ha sido el artífice de haber logrado llegar al acuerdo de adónde tienen que ir las personas del Aquarius, la mayoría de ellos menores no acompañados. ¡Qué imagen tan bochornosa! Una cooperación internacional sensata lo que busca es equilibrio, mesura y, ante todo, respuestas que aporten valor, sin protagonismos adicionales. Las soluciones no son en exclusividad de las fuerzas políticas y mucho menos de los políticos, miremos a la gran falta de consenso existente en estos momentos en Europa. Se deben de buscar en un proyecto común con la economía, lo que supone establecer una mesa de trabajo con aquellos que son los protagonistas directos de impulsar económicamente a los países, es decir con empresarios y con sus empresas. Además, se deberá de contar con el llamado tercer sector por cuanto serán un apoyo esencial para potenciar programas educativos, sanitarios, sociosanitarios y sociales. Todo lo anterior supone realizar un plan de acción con los gobiernos de estos países pidiéndoles un marco legal que ayude a romper con la dependencia endémica de la pobreza, fruto de una nula o inexistente planificación. En esta petición a los responsables políticos de estos países, sí pueden hacer mucho los gobiernos de Europa, y también el gobierno de mi país; pero contando siempre con el consenso de las diferentes fuerzas políticas. Las personas, que en algún momento hemos tenido alguna responsabilidad en el ámbito de la cooperación internacional, sabemos que en esta materia hay que establecer un plan de conjunto que no se puede destruir con los cambios legítimos de gobierno.

Sería excelente, y no debería ser excepcional, que ante la terrible tragedia que supone la inmigración viéramos, en una misma mesa, a los líderes de los cuatro partidos políticos con mayor representatividad en el Congreso y en el Senado de España, los señores Casado, Sánchez, Iglesias y Rivera; al menos estos cuatro, pero no pretendo excluir a nadie. Creo que muchísimos ciudadanos comenzaríamos a pensar que tenemos políticos con una gran visión de miras y no con visiones particulares. Aquí no deberían tener cabida las ideologías, sino la certeza de generar un espacio social y político en aras de cooperar y ayudar, y no de imponer principios ideológicos. En esta mesa deberían contar con el sabio consejo de empresarios y de personas del tercer sector, ya que pueden ser verdaderos agentes de desarrollo económico y social en estos países. Los ciudadanos estamos cansados de debates artificiales generados por los políticos, y de que se echen en cara frases entresacadas de discursos que son utilizadas para buscar rentabilidad electoral, menos mal que el sentido común de los ciudadanos es de mucho más nivel. Tengan cuidado cómo manipulan la información porque esto nos podría llevar a la aparición de brotes xenófobos y a extremos de difícil retorno. Sumen y no dividan, solamente de esta manera lograremos generar riqueza social, concepto al que también dediqué una reflexión recientemente.

Para concluir transcribo, en la línea del Bien Común, un texto del Concilio Vaticano II, por el mismo nos podremos percatar que la Iglesia hace 50 años ponía el acento en varios temas que son de una gran actualidad. Los lectores que me siguen podrán, leyendo las siguientes líneas, descubrir que existen soluciones para que la Cooperación Internacional pueda ser el canal que ayude a superar la pobreza posibilitando que la riqueza social sea una realidad en los países de África, lo que hay que hacer es impulsar un Plan de Acción conjunto y consensuado.

«También en la vida económico-social deben respetarse y promoverse la dignidad de la persona humana, su entera vocación y el bien de toda la sociedad. Porque el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social.

La economía moderna, como los restantes sectores de la vida social, se caracteriza por una creciente dominación del hombre sobre la naturaleza, por la multiplicación e intensificación de las relaciones sociales y por la interdependencia entre ciudadanos, asociaciones y pueblos, así como también por la cada vez más frecuente intervención del poder público.

Por otra parte, el progreso en las técnicas de la producción y en la organización del comercio y de los servicios han convertido a la economía en instrumento capaz de satisfacer mejor las nuevas necesidades acrecentada de la familia humana.

Sin embargo, no faltan motivos de inquietud. Muchos hombres, sobre todo en regiones económicamente desarrolladas, parecen garza por la economía, de tal manera que casi toda su vida personal y social está como teñida de cierto espíritu economista tanto en las naciones de economía colectivizada como en las otras.

En un momento en que el desarrollo de la vida económica, con tal que se le dirija y ordene de manera racional y humana, podría mitigar las desigualdades sociales, con demasiada frecuencia trae consigo un endurecimiento de ellas y a veces hasta un retroceso en las condiciones de vida de los más débiles y un desprecio de los pobres.

Mientras muchedumbres inmensas carecen de lo estrictamente necesario. Y mientras unos pocos disponen de un poder amplísimo de decisión, muchos carecen de toda iniciativa y de toda responsabilidad, viviendo con frecuencia en condiciones de vida y de trabajo indignas de la persona humana. Cada día más se agudiza la oposición entre las naciones económicamente desarrolladas y las restantes, lo cual puede poner en peligro la misma paz mundial. Los hombres de nuestro tiempo son cada día más sensibles a estas disparidades, porque están plenamente convencidos de que la amplitud de las posibilidades técnicas y económicas que tiene en sus manos el mundo moderno puede y debe corregir este lamentable estado de cosas». 63 CONSTITUCIÓN PASTORAL Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual.

Este texto es de un gran realismo, es claro y conciso. La próxima semana seguiré reflexionado sobre el contenido de esta Constitución Pastoral buscando de proponer una serie de principios que ayuden a la realización de un plan de trabajo conjunto.