Un respeto a los lobos

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17 nov 2017 / 22:30 h - Actualizado: 17 nov 2017 / 22:41 h.

En muchas partes del mundo el lobo es reverenciado, el etólogo Félix Rodríguez de la Fuente tuvo varias manadas de lobos, de los que fue líder. En una época de persecución acérrima al lobo, estudió su comportamiento tratando de descubrir los motivos del odio ancestral del hombre hacia este animal, que desarrolló en numerosos artículos, logrando la preservación, por ley, de la subespecie ibérica.

Nada que ver, ni siquiera las hienas con la manada carroñera, que fueron expresamente no a alimentarse, sino a devorar lo que ellos consideran presas, para lo que se entrenan y exhiben públicamente, como trofeo para el medallero de las conquistas. Estos son los auténticos exponentes, los hijos del Patriarcado. Los hombres no nacen maltratadores, violadores, o acosadores, esa conducta es aprendida en cada palmo de la vida. Formato de varón, de macho enseñado a hierro y fuego, como cultura de dominación que se interioriza, y reproduce como papagayos de la mejor raza, para las manadas en unos casos, y solitario para los siguientes.

Peligrosísimo que el Estado, la justica patriarcal, y parte de la sociedad considere con diferente escala de matices, que el delito está en no resistirte, oponerte porque estas neutralizada por el shock. El delito es ser mujer, ser joven, bien parecida, vestir poco monjil, salir de noche... incluso beber o fumar, por eso te espían te violan de nuevo metiéndote un detective en tu vida privada, para desnudarte ante el mundo de los mirones.

Estos son los agravantes, eso es ser una víctima sospechosa, consentidora que le va la marcha de la violación, de la penetración, y lo que le echen, que además es una despreocupada porque se deja robar el móvil, y además tan grave, doloroso, y humillante no ha debido ser, que al día siguiente en lugar de meterse debajo de la cama de por vida, o pedir ser trasladada a un psiquiátrico o convento de clausura para expiar su culpas, y purificarse, siguió respirando, y viviendo aparentemente por fuera, aunque rota para siempre, y por siempre.

Instalada la impunidad para estos depredadores con simuladores, y violentado por el poder el contrato social de derechos humanos, que las mujeres tenemos contraído. Llegó la hora no solo de la palabra, la acción y la intervención, llegó la hora de la exigencia para la aplicación del derecho a la igualdad real, la obligación y el deber de la igualdad de oportunidades, las garantías de igualdad sin excusas, y los presupuestos equitativos por ley, por seguimiento, y por evaluación ¡No se puede esperar más!