Un solo ‘one club man’

Image
25 may 2016 / 12:53 h - Actualizado: 25 may 2016 / 18:04 h.
"Sevilla FC","Alguien tenía que decirlo","Monchi","Banega"

Las lágrimas de Éver Banega en el Vicente Calderón se unen a las del Sevilla, que ve partir a uno de los mejores jugadores que han pasado por el Ramón Sánchez-Pizjuán. Reflexionen rápidamente y piensen en el calado de esa frase, es decir, en la importancia de ser destacado en una lista de altísimo nivel con incontables jugadores de talla mundial que han pasado por Nervión. Pues Banega, al menos para el que firma estas líneas, tiene el honor de ser uno de los futbolistas con más talento que se han enfundado la camiseta blanca del Sevilla. Se va, como hicieran antes tantas y tantas estrellas. Y el Sevilla no sólo sobrevivió sino que en los últimos años, gracias a la varita mágica de Monchi, se reinventó para echar muy poco en falta a quienes sucumbieron al poder del dinero y/o a la oportunidad de militar en un club con miras más altas. No hay nada malo en buscar más pasta, es ley de vida.

Es de nuevo Monchi quien tendrá que sacarle brillo a esa varita para el más difícil todavía: encontrar la forma (quizás no sea sólo un jugador, un simple cambio de cromos sino un giro en el dibujo táctico de Emery) de tapar el hueco dejado por Banega. Parece imposible, pero hace dos veranos la marcha de Rakitic pareció un drama y llegó precisamente el argentino. Enésima jugada maestra, pese al nivelazo del centrocampista croata. En este sentido hay que resaltar que al menos Éver no ha tratado a la afición como ingenua, por no emplear otro calificativo. Rakitic juró una y otra vez que lo que quería era quedarse en el Sevilla mientras tenía ya cerrado un trato con el Barça, y no sólo por dinero. A ver quién le dice que no a un club así... Por eso no tuvieron sentido las negaciones de Rakitic. No se trataba de reconocerlo, sería de temerario, sino de no vender la moto de forma tan obscena.

A Éver hay que saber llevarlo y entre Monchi y Emery, amén del excepcional ambiente del vestuario sevillista, han conseguido crear en Sevilla el clima perfecto para el hábitat de una estrella apagada como era Banega en 2014, a punto de regresar definitivamente a Argentina, rendido. El Sevilla le dio la oportunidad y ahora el futbolista va a firmar el contrato de su vida en Milán. No parece el Inter el sitio ideal para un jugador tan talentoso como especial, pero es su momento para agarrar un contrato top. Hace un año lo fue el de Carlos Bacca, y no se ve al colombiano tan feliz en el Milan, al menos en el terreno de juego. Mucho menos a Aleix Vidal en Barcelona, tras seis meses de erasmus y viendo en breve la Eurocopa por la televisión. Mucho menos a Fazio en Londres (Tottenham). Es difícil, pero a veces se puede decir que no y acertar. Que se lo digan a Monchi: estar bien pagado y hacer lo que te gusta donde te gusta no tiene precio. Él sí es un one club man.

Manteniendo a Unai Emery, al Sevilla le será menos difícil reinventarse. Pero más allá de Banega, si el Sevilla ha sabido rearmarse una y otra vez es porque, pese a los muchos éxitos, ha sido capaz de analizar con frialdad sus errores y enmendarlos. No sólo hará falta un Banega, (o dos, pues el argentino no tuvo sustituto esta temporada, recuerden), sino encontrar el acierto que ha faltado para armar una buena delantera digna de la Champions y apuntalar mejor la portería, entre otras grietas evidentes. Con el agravante de lo ocurrido en el mercado invernal, difícilmente defendible.

El Sevilla va a ingresar en torno a 100 millones por televisión y Liga de Campeones, sin contar posibles ventas; va a jugar de nuevo la Champions; y tiene tras su escudo la estela de un equipo campeón, de un club ganador y de una afición que ha vuelto a captar adeptos por el mundo, haciendo más apetitoso aún fichar por el Sevilla. Es otra gran oportunidad para dar un salto. No hay urgencia por vender y si no tiene más remedio, el Sevilla ya ha demostrado saber hacerlo mejor incluso que fichar.