Cofradías

Una danza de Chopin

David no es hijo de un maestro francés emigrado a Polonia, como Chopin, pero sí es hijo de un maestro de los ruedos. Esa suerte no la tuvo el pianista polaco. Chopin tuvo los dedos hábiles y la cabeza amueblada, pero Antonio Hurtado también creó belleza con los dedos y tuvo la cabeza despejada delante del toro

24 jun 2016 / 22:42 h - Actualizado: 24 jun 2016 / 22:43 h.
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  • La Virgen de la Paz será coronada en la Catedral el próximo 1 de octubre. / Jesús Barrera
    La Virgen de la Paz será coronada en la Catedral el próximo 1 de octubre. / Jesús Barrera

La sal de las pupilas viajaba al precipicio de la cuenca de sus ojos mientras David Hurtado luchaba por evitar el derramamiento, un llanto que se escapaba, inevitable. Lloraba el compositor en un plató de televisión justo después de llevarse a la cara un reportaje en el que se desgranaba su última creación para la Semana Santa de la ciudad más hermosa del mundo. La obra Coronación de la Paz había sido lanzada al cielo de Sevilla y quedaba atrás una travesía de meses y escritura, de bolas de pentagrama arrugadas y tiradas a la papelera que aguarda las sobras creativas junto al piano de la casa.

Ha quedado atrás el miedo, la incertidumbre. ¿Quién ha dicho que los artistas –aún seguros de sí y convencidos del mensaje que quieren aportar– no pasan temor, no se preocupan por el acierto, por el matrimonio entre su obra y el corazón del pueblo? David echaba hacia fuera todo un universo de dudas contenido. El dique tenía que reventar... y estalló en mil pedazos cuando el plano le enseñaba los ojos de la Virgen de la Paz. Ella sí sabe lo que el autor ha pasado escribiendo, lo que duele una traición apenas a una hora de ese estreno con el que has soñado, traición que se esconde bajo el paraguas de un mal llamado periodismo que todo lo soporta, lo acoge y consiente. Ella sí sabe por qué lloraba el autor, el padre de la criatura en la misma puerta del paritorio. La Virgen de la Paz lo sabe.

David no es hijo de un maestro francés emigrado a Polonia, como Chopin, pero sí es hijo de un maestro de los ruedos y de la vida. Esa suerte no la tuvo el pianista polaco. ¿Qué Chopin tuvo los dedos hábiles y la cabeza amueblada? Vale, y Antonio Hurtado toreó con las yemas de los dedos y siempre tuvo delante del toro la cabeza despejada. En el domicilio de David su padre conserva en el pasillo una colección de pases toreros a morlacos de trapío y sus sueños de tauromaquia enmarcados en blanco y negro. Lola mantiene esa dulzura natural en los ojos y la seda intacta en las cuerdas vocales por las que no parece colarse el paso del tiempo. Allí está Antonio Hurtado Torres, hermano de David, que en las manos lleva silencio y talento a partes iguales mientras todos aguardamos que le apetezca escribir diabluras que sólo viven –todavía– en su cabeza.

Y aquí, en el dormitorio de David, sobre el piano, la Esperanza de los mortales y otra vez un marquito con el rostro del músico de Varsovia, autor de magistrales preludios, fantasías y danzas. No sabe don Frederic que el joven músico sevillano que ha compuesto Coronación de la Paz tiene el don natural de escribir danzas deliciosas. Sí. Chopin no conocerá que David Hurtado hace música capaz de hacer danzar a una cuadrilla de costaleros debajo de la Virgen María de tal suerte que contemplemos algo maravilloso, completamente único en el mundo, entre mágico y poético.

La marcha Coronación de la Paz es de las mejores composiciones para bandas de música de plantilla completa que se han escrito en los últimos tiempos. Estamos perdiendo muchas horas en compararla con la pieza Como Tú ninguna –¡qué fuerza tienes Macarena mía!– mientras se nos escapa entre los dedos una obra que seguramente contenga una de las introducciones más valientes de la actualidad, un fuerte de bajos completamente magistral y un trío que será difícil de olvidar. Pero la música es cosa del alma. Y el alma le pertenece al pueblo. Será el pueblo quien determine, con el paso del tiempo, si esta marcha se queda o no se queda en el corazón de Sevilla.

Es precisamente la ciudad, Sevilla, la que tiene que estar a la altura respecto a sus hijos que en todos los sectores creativos están subiendo con más esfuerzo que ayuda los escalones del tiempo que les tocó vivir. En plena crisis. De economía y de buen gusto. Es la hora de mimar, por ejemplo, a uno de sus músicos de mayor proyección, a un artista que empieza a ser muy valorado más allá de nuestras murallas, un compositor solicitado, deseado, padre de una música de alto nivel, objetivamente brillante.

Sevilla, por si no lo conoces, te presento a David Hurtado, compositor. Y a ti, David, decirte que aquí tienes a Sevilla. Y ella, tan hermosa, es capaz como la Virgen de la Paz, de hacerte sonreír, pero también de hacerte llorar. Adórala no obstante. No podrás escapar de sus ojos, de su cuerpo, de su aroma. Bésala, acaríciala. Ámala, David, con locura. Lo único que tienes que hacer es no pasar más veces por esa calle que se llama envidia.