Una mentira mil veces contada...

Pensar que Monchi quería irse por dinero es un error y no por lo ocurrido estos días, sólo hay que echar la vista atrás los últimos diecisiete años para entender que ese, no es el precisamente el motivo

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01 jun 2016 / 23:13 h - Actualizado: 02 jun 2016 / 11:31 h.
"Sevilla FC","'El Descuento'","Monchi"
  • Monchi, en el tunel de vestuarios de Nervión. / Manuel Gómez.
    Monchi, en el tunel de vestuarios de Nervión. / Manuel Gómez.

Las últimas horas no han sido las mejores para Ramón Rodríguez Verdejo, Monchi. Un tipo tímido, introvertido y por qué no decirlo, bastante raro. Pasional como pocos, lloraba si recibía goles cuando era futbolista, se viene abajo si pierde un partido intrascendente ante el Granada en Liga pero ve normal ganar al Liverpool en una final. Muchos creen conocerle, pero estos días más bien pareció lo contrario. Y es que hay que ser raro, muy, muy raro para decirle que no a cuantos han llamado a su puerta con la intención de empapelar su casa en billetes del color que más le gustara. Pues todavía hay quien piensa que todo esto ha sido por dinero, permítanme que lo dude. Ha tenido más ofertas que minutos en Primera, algo no muy difícil de superar, cierto. Pero suficientes como para que usted se haga una idea de las propuestas recibidas.

Pensar que todo esto se debe a una cuestión meramente económica, es sencillamente un insulto para quien mayor gloria ha dado a la historia del Sevilla. Durante los últimos diecisiete años por Nervión han pasado presidentes, entrenadores, jugadores... Por cambiar, en el Sevilla ha cambiado hasta el aspecto del estadio. Solo hay algo que se ha mantenido en esta década de triunfos: la figura de su director deportivo.

Eche la mirada atrás, meta la mano en su pecho y cierre los ojos. Recuerde ahora cuantas veces coreó su nombre en el estadio. Dudar de su dedicación, implicación u honradez, debería estar castigado por la ley. No tiene nada que demostrar y sí mucho que dar. Se ha equivocado en las formas, quizá, pero no en el fondo. No hay otro club, ni otro proyecto. Ni en España ni en Inglaterra. Solo una intención: descansar. Él mismo reconoce que le ha salido mal, que se puede haber equivocado pero que hizo lo que creía mejor para la entidad y para sí mismo.

Monchi no es cualquiera, merece un respeto. Desconozco si tras la decisión del club esto se queda aquí o por el contrario, aún hay caso Monchi para rato. Pero la intuición no siempre es certera y aunque todos, meto en el saco a los propios dirigentes de la entidad, hayamos pensado que había otro club, también podremos estar equivocados. ¿Quién sabe? El tiempo pone a cada uno en su sitio, por ahora, el de Monchi, vuelve a ser el despacho que ha ocupado estos últimos dieciséis años en la tercera planta del Ramón Sánchez-Pizjuán.