Una Navidad con prisa

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
01 ene 2018 / 18:31 h - Actualizado: 01 ene 2018 / 18:31 h.

Lo malo que tiene la Navidad de ahora es que cuando te vienes a dar cuenta ha terminado. Hace cuarenta o cincuenta años no era sí, empezaba a saborearse a finales de noviembre, con candelas en la calle y los preparativos. A principios de diciembre ya iba mi madre a la casa de Carmen Pichardo, la que luego sería histórica alcaldesa socialista de Palomares del Río, para canjear los sellos de El Molino por dulces navideños: cortadillos, garrapiñadas, mojones de perro y alfajores. Tenías la ilusión de estrenar un pantalón o un chaleco y de que los Reyes me trajeran ese juguete que en otras épocas del año era algo imposible: una sencilla pelota de goma o un rifle de plástico. Llegaban los turroneros al pueblo y alguien empezaba a vender papeletas de un pollo de engorde que era rifado y que se sorteaba días antes de Nochebuena. La Navidad de aquellos años era eterna y me gustaba, porque cuando acababa, se terminaban los dulces, los juguetes y el pollo de engorde en salsa. De la Navidad de este año no me he enterado, se ha ido en un periquete. Tendría prisa.