Una sola cofradía

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15 mar 2017 / 21:25 h - Actualizado: 15 mar 2017 / 21:29 h.
"Cofradías"

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Si algo falta en la Semana Santa sevillana –esplendor de celebración pasionista única en el mundo– es unidad de sus cofrades. Que ese esplendor artístico y organizativo se deba a una pluralidad de hermandades, que es tanto como decir barrios y singularidades de la ciudad, es una verdad constatada. Pero esa pluralidad, e incluso esa sana rivalidad por ofrecer lo mejor a los Sagrados Titulares, es algo bien diferente a la ruptura del sentido de fraternidad que a veces padecemos.

A ningún cofrade escapa que la verdadera fraternidad entre hermandades, esa que implica la renuncia y el sacrificio por otros hermanos que visten distinta túnica, es una meta que cuesta alcanzar, especialmente cuando surgen dificultades técnicas, materiales o temporales que casi imposibilitan un absoluto equilibrio de posiciones. Pero las dificultades se superan cuando se quiere, cuando el espíritu fraterno que nos enseñó el Maestro se sobrepone a los intereses propios de cada una de las hermandades y sus juntas de gobierno –aunque se justifiquen colectivamente–.

Tienen que ser el diálogo y la escucha los instrumentos permanentes de trabajo para organizar nuestra Semana Santa. Pero sobre todo debe primar ese sentido de unidad entre los cofrades, el mismo que tenemos que tener como católicos en una sociedad compleja que, desde determinadas posiciones, trata de marginar lo religioso.

Somos una única cofradía, y Sevilla como ciudad, y el mundo católico que cada vez nos observa más intensamente, esperan mucho de nosotros. En interés común de nuestra Semana Santa hemos de constituir un enorme cortejo que comience el Viernes de Dolores y finalice el Domingo de Resurrección, este año ya en la tarde. No podemos perpetuar situaciones de alejamiento entre hermanos tales como parcelaciones de hermandades por jornadas, disputas por cruces de itinerarios, o discusiones por pequeños rodeos o por cuartos de hora de adelanto. Los problemas –que existen sin duda– están para resolverlos con equidad y fraternidad cristiana. El Señor lo espera de nosotros.