Vence marzo

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28 mar 2017 / 23:00 h - Actualizado: 28 mar 2017 / 19:09 h.
"Fin de pista","Semana Santa 2017"

La memoria sigue su vuelo en estas tardes del último marzo que, evocando a Romero Murube, siguen dando paso a Jesús Nazareno. El vértigo de lo irrecuperable, la desazón que se disfraza de prisas y preparativos, escogen el mismo camino que trazó Montesinos en El rito y la regla para herirnos a la vez que crecen la luz y la tibieza. El recuerdo se detiene: huele a café y a plancha y se enhebra en las agujas que dan forma a los bajos de una túnica menuda. Algunos de esos rostros son sólo sonrisas en marcos de plata.

La primavera estalla en el jardín y la huerta, cubierta de jaramagos, meaburros, panecitos, espigas y naranjas que no llegaron a ser recogidas, estalla de verdor y vida nueva. Pero el viaje por este horizonte de nubarrones cárdenos no se detiene. Los primeros programas de la Semana Santa ya han sido manoseados hasta el hartazgo; la cofradía de clicks de Famóbil ha hecho estación en todos los rincones de aquel salón de losas de barro y el espejo del dormitorio grande ha visto reflejarse a un nazareno pequeñito que sueña despierto sin atender las bromas de los mayores.

El tiempo ha pasado. El amigo Manolo Romero hablaba en estas mismas páginas de ese número menguante que nos acerca al que un día vimos tan lejos. La papeleta de sitio que recogemos en estos días de íntima espera –esa cuaresma interior ajena al desfase del mundo morado– retrata nuestro viaje por los tramos como una hermosa metáfora vital que un día nos dará sitio en la estación definitiva. Es el secreto de la Semana Santa...