La Pasión

¡Vete por la sombra!

Un piropo es una palabra o frase de admiración que se regala a otra persona a modo de halago o elogio. Que se sancionen pues los insultos y el menosprecio

21 ene 2018 / 00:59 h - Actualizado: 20 ene 2018 / 21:19 h.
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Bella, tu cintura la hizo mi brazo como un río cuando pasó mil años por tu dulce cuerpo. No te caben los ojos en la cara, no te caben los ojos en la tierra. Sanciónense los exabruptos, los insultos, el menosprecio, las descalificaciones, la ordinarieces si usted quiere, pero ¿el piropo? ¿de verdad quieren multar un piropo? Dejen a Neruda en paz. Bueno, a Neruda y a cualquier lisonjero de la calle que no es capaz de echarle el pestillo a la boca cuando pasa por delante de sus pupilas ese caudal natural de belleza de mujer que en un día afortunado te regala la vida. No tiene sentido silenciar el piropo, la admiración, como es imposible callar ante un atardecer mirando el horizonte del Atlántico, un contraluz en el centro de Sevilla o la escarcha que tiembla en el suelo verde del campo andaluz cuando enero se abre paso entre las parideras.

El piropo es homenaje, rendición, reconocimiento. ¿O acaso no se piropea aquello que realmente se admira? Ocupemos los esfuerzos en defender la libertad y el sentido común y que se frene este viaje al otro extremo de las cosas. No es lo mismo la ley que la doctrina. ¿Qué tiene que ver el menosprecio soez con el suspiro de un hombre incapaz de guardar silencio, rendido? ¿Acaso debe pelear contra el halago que se escapa cuando no es más que un canto popular a la belleza?

¿No será mejor tomar más en serio la protección real a las mujeres que lo necesitan de verdad? ¿No será más justo y procedente castigar a los salvajes que no están dispuestos a convivir porque se creen seres superiores por ser varones? Ocuparse del insulto o la agresión verbal es una obligación, lo era y deberá serlo siempre. Multar un piropo que ensalce la belleza es una majadería que sólo se sostiene desde una patología que roza el absurdo. Los piropos son a menudo las muestras más directas y claras de respeto a una mujer. Denunciemos a quien insulta, a quien ataca de manera verbal a las mujeres violentando su libertad, su integridad, su libertad. Pero no le pongamos puertas al cielo por el que viajan a veces expresiones tan acertadas como hermosas, tan naturales como respetuosas.

Y que se preocupen nuestros políticos un poco más de proteger a las personas condenando esos anuncios televisivos en los que, por ejemplo, un nutrido grupo de mujeres cae literalmente al suelo, todas ellas al unísono, en el instante en el que un hombre desnudo, protagonista de las miradas del harén, se rocía de colonia su ingle.

Dejen a los caballeros regalarle flores a las damas, con las manos y con los labios. Dejen que se ensalce y se exalte la belleza que cada día pasea por delante de tanto cretino que sólo sabe abusar de palabra y, cuando puede de hecho, de una mujer. Multen a ese.