Vida y muerte de un político

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07 ene 2017 / 23:00 h - Actualizado: 07 ene 2017 / 23:00 h.

Aquello que él decía de sí mismo, mi vida será una nota a pie de página en los libros de historia, no era más que una forma de quitarse presión para seguir participando. Y no dejaría de hacerlo hasta la muerte de su mujer, María Barroso, hace apenas dos años. Ser político y dejar de serlo, ¿es acaso posible, es socialmente deseable que así sea?

Mario Soares es parte inescindible, cuando no artífice, de la historia contemporánea de Portugal: activo resistente contra la dictadura salazarista (actividad por la que fue preso y deportado a la vieja colonia de Santo Tomé y Príncipe), militante comunista y después fundador del Partido Socialista portugués, fue ministro de exteriores del gobierno revolucionario provisional, primer ministro del II y IX gobierno constitucional y, por último, presidente de la República Portuguesa durante una década, de 1986 a 1996 (en las elecciones de 1991 conseguiría el 70 por ciento de los votos en primera vuelta), además de parlamentario europeo. En el año 2006, sin embargo, perdería las elecciones presidenciales frente a Cavaco Silva. La derrota tuvo un regusto fuertemente amargo, pues en la primera vuelta quedaría relegado a un tercer puesto tras recibir un escueto 14 por ciento de los apoyos, por detrás del 22 que recibió un verso libre de su propio partido y amigo antiguo, Manuel Alegre, político, poeta y premio Pessoa. Pero la amargura provino sobre todo porque de este enfrentamiento fratricida nacería la cómoda victoria del candidato Cavaco Silva.

Soares era socialista, lo que en la Europa continental de esa época era una forma de vivir entre dos opuestos, entre una derecha dura y una izquierda de servidumbre soviética. La primera nunca le perdonaría su responsabilidad en el proceso de descolonización que se produjo justo tras el triunfo de la revolución de los claveles, especialmente el de la isla de Timor. La segunda jamás le perdonó su responsabilidad en el viraje hacia la democracia de corte socioliberal que experimentaría la revolución de 1974, una vez el partido socialista ganase las elecciones muy por delante del partido comunista. Soares sabía a qué Europa tenía que incorporarse Portugal. Con su amigo Felipe González por parte de España, vidas paralelas, firmaría el ingreso de Portugal en la entonces Comunidad Económica Europea, un 12 de junio de 1985.

Mario Soares nunca dejó la política ni la política lo dejó a él. Hasta los 92 años con los que ha fallecido no ha dejado de escribir sobre el futuro de Portugal, España, Europa y el mundo. Su vida ha valido la pena, nos ha valido la pena.