Viernes negro

En dos o tres años, el ‘Black Friday’ se ha convertido en una ‘tradición’ en nuestro país. Será la publicidad, será la proximidad de las Navidades... la consigna es comprar como si lo necesitáramos

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18 nov 2017 / 17:48 h - Actualizado: 18 nov 2017 / 22:29 h.
  • Viernes negro

Podemos echarle la culpa a El Corte Inglés de haberse sacado de la manga (publicitaria) la fiesta de los enamorados, el día de la madre y el padre y la semana fantástica. Nos gusta mucho buscar culpables a todos nosotros. Hemos hecho del consumo, no ya una necesidad, sino un placer formidable e insustituible, pero no podemos evitar que nos chirríe el mecanismo de preguntarnos si la felicidad era esto, si hacemos lo correcto. Pues a ver ahora a quién culpamos del Black Friday.

El nombrecito tiene guasa también. Viernes Negro. Dicen que surgió en el seno de la policía de Filadelfia para referirse a las grandes complicaciones en el tráfico que se producían el día después de Acción de Gracias por el intenso movimiento de vehículos. Y dado que esa misma jornada marca el inicio de las compras navideñas en Estados Unidos, a ese viernes que sucede al jueves de Acción de Gracias se le quedó el nombre. Lo de que nosotros, aquí en el extremo meridional de Europa lo estemos esperando con ilusión extrema...eso ya se presta a cualquier interpretación.

El caso es que no hace mucho que el Black Friday llegó a nuestro país. No sé yo si es posible que en dos o tres años algo se convierta en una tradición. Pero pregúntenle a cualquiera, ya verán cómo están esperando el viernes negro como agua de mayo. Con más ganas que el agua, y mira que hace falta el agua. «Yo no me compro esto o aquello, que la semana que viene es el black friday, voy a esperar, que seguro que lo rebajan». «La tecnología es mejor comprarla el black friday, que los descuentos son brutales». «Adelantamos el black friday», se ve en los carteles de más de un comercio ya estos días. Lo dicho: no hay nada como un palabro en inglés para que la cosa huela a negocio seguro.

No tengo nada en contra de un día de compras, dios sabe los placeres que encierra un centro comercial como es debido. La ropa fue una necesidad sólo en un brevísimo instante de la historia de la humanidad. En cuanto el primer individuo bípedo le vio las posibilidades estéticas a los materiales, el color y la forma de las pieles y tejidos con los que se arropaban... menudo invento. Aquello ya fue un no parar. Desde entonces al Black Friday y más allá. Ya digo, el placer de comprar. Y la necesidad. Que compremos resulta imprescindible para mantener el sistema económico y el modo de vida que nos hemos dado. Que compremos hoy y mañana, y cada día más. Cada viernes negro batiendo récords, cada Navidad más euforia desatada en comprar y comprar.

Pero vamos: ir de shopping está muy bien siempre que no tengas que disputarle los zapatos a una horda de cazadores de gangas por el Black Friday, qué peligro de tradición. Yo el viernes no me acerco a una tienda ni a por uvas, allá cada cual. Y además, que en este mundo que ha globalizado el comercio, las comunicaciones, las modas y las fiestas... ¿de verdad resultaría tan difícil globalizar (un poco) el progreso y el bienestar?

Mientras aquí contamos los días para que llegue el Black Friday, millones de personas en el planeta esperan tener siquiera agua y electricidad para vivir mejor (y ésos son afortunados frente a quienes esperan simplemente poder comer cada día, tener medicinas o escapar de la guerra y la violencia). ¿Será por eso que necesitamos buscar culpables de este comprar por comprar?