Vox ya está aquí

Vox ha llegado haciendo mucho ruido, cosechando un resultado importantísimo. Se ha hablado sin descanso durante las últimas semanas de su protagonismo y de este auge fulgurante. Pero, tal vez, todo sea un espejismo pasajero

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29 abr 2019 / 07:15 h - Actualizado: 28 abr 2019 / 19:45 h.
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  • El líder de Vox, Santiago Abascal. / EFE
    El líder de Vox, Santiago Abascal. / EFE

Ya están aquí. En realidad, es más preciso decir que siempre han estado aunque, ahora, van a tener voz, voto, influencia y poder. Tampoco esto es exacto. Sería mejor decir que van a seguir ejerciendo su poder sin esconderse y con apoyo de miles de ciudadanos hartos de otras cosas y que buscan algo distinto en la política española. Más o menos equivocados aunque ejerciendo su libertad al elegir la opción democrática que más les ha convencido

La extrema derecha española se ha estado apañando con las siglas del PP durante años. Después de Blas Piñar, se refugiaron en un partido político con puertas abiertas para casi todo el que se quedaba huérfano una vez que la democracia española se estabilizaba. Ser simpatizante de la extrema derecha, allá por el año 1975 y hasta el año 1981 (después de ver a los guardia civiles de Tejero disparando en el Congreso de los Diputados la cosa cambió), era algo normal y de lo que se podía presumir. Luego, se convirtió en un estigma y ser ´facha´ era algo que necesariamente debía quedar oculto. Ser simpatizante de AP y, más tarde, del PP estaba bien visto y todos los que estaban a la derecha del PSOE terminaron descansando bajo esas siglas. Poco a poco eso se normalizó y todas las opciones que existían alrededor del PP se convirtieron en residuales.

Las cosas han cambiado mucho y los que son señalados como ‘fachas’ en la actualidad, no tienen nada que ver con los de los años setenta. Comparado con aquellos, los actuales son boy scouts. Del mismo modo que se puede confesar no leer un libro ni a la de tres y se hace sin vergüenza alguna; presumir de ser simpatizante y votante de un partido de extrema derecha es normal y casi motivo de orgullo. Para ser justo esto pasó también el lado contrario. Piensen en el Partido Comunista, en su evolución y en la aparición de Podemos.

Lo cierto es que los que han ido arrimándose a la opción política que ofrece Vox son personas normales y corrientes. Resulta extraordinario comprobar que el votante de Vox va de un trabajador de la construcción a un empresario. Y hace pensar que el mensaje populista, plano y simplón, tiene acomodo en cualquier estrato social. Y los miedos a este grupo social, que ya sabemos que es numerosísimo, son infundados. Si volvemos la vista hacia la izquierda política comprobamos que Pablo Iglesias, un gallo de corral de lo más salvaje, ya está domesticado y asumiendo muchas de las cosas que dijo que serían imposibles para alguien como él. A todos les pasa lo mismo. Las instituciones amansan a las fieras.

El voto masivo a Vox es la constatación de la enclenque ideología que se maneja en España desde hace ya mucho tiempo. Hay votantes que se inclinan por una opción extrema y en las siguientes elecciones por la que está enfrentada. La volatilidad del voto patrio es exagerada.

¿Qué va a pasar ahora que Vox ya está aquí? Nada del otro mundo. Se escucharán cosas poco habituales en el Congreso y en el Senado; los políticos de Vox marcarán la agenda más de lo que muchos quisieran y desearán convertirse en el azote de los demás. Los diputados y senadores de VOX podrán decir lo que les dé la gana sabiendo que el territorio que ocupan se lo permitirá y que no tendrán necesidad de cumplir su palabra (eso solo le pasa al que gana y gobierna). El ataque contra sus enemigos (estos no tienen adversarios políticos sino enemigos) será frontal y sin concesiones. Y un buen día, cuando alguien demuestre que la cosa era más folclórica que otra cosa, la burbuja se irá desinflando. Nada que no haya pasado ya.

El barullo está garantizado. El ruido será mucho y, a veces, insoportable; y los políticos de otras formaciones, más astutos y con el colmillo retorcido, se ocultarán detrás de ese bullicio esperando su oportunidad. Bravuconadas, confrontación, fricción y conflictos. Nada que no hayamos tenido que soportar otras veces.

Ya están aquí. Y no pasa nada. Nada de nada.