Women in focus

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Pepa Violeta Pepavioleta
16 dic 2018 / 09:16 h - Actualizado: 15 dic 2018 / 20:20 h.
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La industria del cine saca músculo en nuestra Comunidad Autónoma y pese a la crisis económica que todavía pega coletazos, ha conseguido mantener unos niveles de producción bastante aceptables. Sólo hace falta hacer un recorrido por los principales festivales para darnos cuenta que la calidad de las producciones va cada vez a más y una nueva ola de directoras jóvenes irrumpe con fuerza para hacerse hueco en un mercado profundamente patriarcal. Hace unos días recibí con alegría la noticia que publicó eldiario.es sobre la generación del 18. Creadoras hiperjóvenes que están conquistando el celuloide con trabajos cinematográficos de una calidad exquisita. Cecilia Rico, Carmen Blanco, Paola García; Laura Alvea, Vanesa Benítez... y así un sinfín de andaluzas valientes que han entrado en un mercado que necesita de ellas para contar historias, que de otra forma están condenadas a quedar en el cajón del olvido. La cultura que consumimos hombres y mujeres tienen que ser tratada y generada por hombres y mujeres al cincuenta por ciento, sino al final los productos culturales se impregnan de retazos sesgados de la realidad, interpretados por hombres que ven el mundo con ojos de hombres. Con la irrupción de las plataformas de pago, la industria del cine ha tenido que adaptarse a un contexto en el que se demandan contenidos de forma incesante, para un público exigente que demanda y paga por contenidos nuevos de calidad. Y en esta era de cambios, de movimientos engendrados desde las entrañas del feminismo y el cine como el #metoo, paramos, tomamos aire y nos vamos a Sevilla para reflexionar sobre estas y otras muchas cuestiones interesantes de la mano de AgnieszkaHolland,ÁngelesGonzález-SindeyAna Graciani.

La Asociación Andaluza de Mujeres de los Medios Audiovisuales (AAMMA) vuelve al Festival de Cine de Sevilla con WOMEN IN FOCUS, un foro que pivota sobre la mirada, voces y reivindicaciones de las profesionales de la industria cinematográfica y audiovisual. Gracias a estos espacios podemos empaparnos de experiencias y miradas distintas para entender por qué las mujeres, pese a noticias alentadoras como la de eldiario.es, sigue siendo el eslabón más débil de la cadena.

Si en algo coinciden Agnieszka, Ángeles y Ana, es en la importancia de seguir trabajando y exigiendo que las mujeres ocupemos la mitad del espacio dentro de la industria cinematográfica, para llegar a una igualdad real, que después se vea reflejada en la toma de decisiones y en el impulso para que proyectos diversos puedan ser exhibidos. Una diversidad de miradas garantiza contenidos plurales. No podemos normalizar situaciones de desequilibrio en la que las mujeres se quedan en la mitad del camino en una carrera profesional llena de obstáculos y piedras para ellas. Si preguntáramos en la calle cuántas directoras de cine conocen, nos caeríamos de espaldas si alguno articulara más de dos nombres seguidos. Por eso, forzar la máquina, mantener acciones positivas y cuotas que garanticen que habrá el mismo número de mujeres que de hombres en proyectos cinematógrafos se hace imprescindible para corregir un sistema, que por sí solo no se regula. Es hablar de cine y de forma automática se nos viene a la mente nombres como: Benito Zambrano, Almodóvar, Amenábar, Alex de la Iglesia, Bayona... y no es casualidad.

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Como dice Ana Graciani, actual presidenta de la SGAE, estas medidas correctivas son transitorias e imprescindibles para conducirlos a una paridad en el futuro. No podemos ir pidiendo permiso, tenemos que exigir lo que nos corresponde como mujeres y profesionales. Y en esto de sentirnos intrusas cuando las mujeres avanzamos en un mundo de hombres sabe mucho AgnieszkaHolland, directora, guionista y presidenta de laEFA (Academia de Cine Europeo). Que ha luchado para que su voz fuera escuchada en los comités y órganos de decisión, y obras con una sensibilidad especial fueran finalmente exhibidas. Sin su valentía, muchas películas de directoras que después han sido aclamadas por la crítica, se hubieran quedado en un cajón para siempre. La sociedad hubiera perdido la oportunidad de disfrutar del arte en mayúsculas, porque quiénes tenían que abrir la puerta posaron su mirada masculina. Porque la mirada de Agnieszka, sólo puede tenerla Agnieszka. Y si llenamos el camino de piedras para ellas se cansen de tropezar y abandonen el camino, condenamos al mundo a vivir a oscuras.

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No podemos perder de vista que las empresas audiovisuales no deja de ser parte de un entramado en el que el objetivo máximo es ganar dinero. No son ONGs, y por lo tanto, cuando llega el momento de financiar, sistemáticamente se decantan por proyectos liderados por hombres, porque de nuevo volvemos a asociar el éxito y la buena gestión de los recursos a la naturaleza masculina. Y si hablamos de financiación pública, que además deberían de tener como máxima la equidad y la igualdad, ya es para echarse a llorar. Confiar en que los medios de comunicación, el Estado, la industria del cine... pondrán cordura a este sin sentido, es mucho pedir. La voluntad de cambio es relativa y todos se acomodan en la inercia. Como dice Ángeles González-Sinde, guionista, directora y ex ministra de Cultura, “si muchas mujeres empiezan a entrar en el cine conseguirán cambiar el mundo; sin embargo, si sólo entra una, la que cambiará será ella”. No podemos conformarnos con las migajas, y estas directoras jóvenes deben de tener la garantía de que podrán seguir trabajando con dignidad en las mismas condiciones que sus compañeros. De nada nos sirve, encumbrar sus óperas primas, si después no podemos garantizarles un contexto que no las discrimine. Dotar a nuestra sociedad de más referentes delante y detrás de la pantalla se hace imprescindible para garantizar el cambio social. Estas nuevas generaciones de directoras andaluzas son nuestra oportunidad para liderar una lucha que nos beneficia a la sociedad en su conjunto. Vivir entre sombras nos arrastra a la ignorancia. Darle beneplácito al pensamiento único y la mirada hegemónica, nos narcotizar y nos conduce inevitablemente a espacios donde jamás podremos crecer.