Probablemente muchos ya hayan escrito la entrañable carta a SSMM los Reyes Magos de Oriente. Siendo sinceros, falta bastante poco para que Melchor, Gaspar y Baltasar dejen los regalos bajo el árbol, o en el rincón de su casa en el que normalmente paren. Pero, si aún no lo han hecho, y sobre todo, no han pedido el clásico best-seller de moda con el que cada año bombardean en televisión, pueden tomar nota de todo lo que hoy hemos propuesto en El Correo de Andalucía. Por último, aquí les recomiendo cuatro títulos que aunque llevan varios años en los establecimientos comerciales, librerías y bibliotecas, son una apuesta segura para a quienes les gustan aquellos autores sencillos a la hora de juntar letras.
La isla de Alice. Daniel Sánchez Arévalo. Planeta. Barcelona, 2015.
Se trata de la primera novela para adultos del autor, ya que Sánchez Arévalo es más conocido en su faceta como director y productor de cine. Habrán podido comprobar que a la hora de comunicar no se corta en denunciar tabúes como ocurre en su película Gordos. La isla de Alice narra la vida de una mujer que se dedica a investigar pista por pista los motivos que han llevado a la muerte de su marido en un misterioso accidente de tráfico. Es la historia de una pelirroja embarazada ensimismada en un único objetivo que consigue con sus diálogos internos y vulnerables que cualquiera se sienta identificado con ella y con su ansia de descubrir la verdad. Eso sí: hay algún crítico que otro que mantiene que a la primera novela de Sánchez Arévalo le sobran unas cuantas páginas. Lean, y juzguen ustedes mismos.
El año sin verano. Carlos del Amor. Espasa, 2015.
Todos hemos escuchado alguna vez la voz de este joven autor. Este periodista madrileño es el cuentacuentos de las noticias culturales del telediario de TVE. En cada reportaje narra una historia con una delicadeza que lo hace inimitable en el plano universo periodístico. En su primera novela como literato nos cuenta, sin que detectemos si es verdad o no, cómo encuentra un manojo de llaves en su rellano y se dedica a colarse en la casa de cada uno de sus vecinos. Un periodista en verano puede estar tan aburrido que consiga escribir una novela tan sensible e intrigante a la misma vez. Una novela que atrapa con la misma ligereza de un reportaje cultural.
Juan Belmonte, matador de toros. Manuel Chaves Nogales. Libros del asteroide, 2009.
No hace falta ser un apasionado de los toros para leer, según han setenciado algunos y la que escribe, la mejor biografía que se haya escrito en el siglo XX en nuestro país. Fue publicada en 1934 por entregas en la revista Estampa y hoy en día sigue siendo un ágil y divertido relato casi fotográfico de la calle Ancha de la Feria y de cómo le entró «el veneno de los toros» a Juan Belmonte. Es un libro que no llega a 400 páginas dividido en capítulos muy cortos que narra la vida de un torero que sigue siendo para muchos el genio atormentado que reinventó la verónica en el coso, y para otros el rival y la sombra por siempre de Joselito.
La aventura del tocador de señoras. Eduardo Mendoza. Seix Barral, Barcelona, 2001.
Cualquier novela de Eduardo Mendoza es un clásico que no debería faltar en ninguna biblioteca de ningún español. El autor madrileño que ya presume de ser Premio Planeta y Premio Cervantes cautiva al lector con su sencillez en una historia cuyo protagonista hace reír incluso a los personajes que comparten escena en sus páginas. La Barcelona más oscura y sombría es el escenario de una parodia de comedia negra ambientada en los años de la transición española. Las descripciones de Mendoza de las situaciones más absurdas llevan al lector a la recreación total de un mundo que nadie más que él ha sabido inventar.