¡Ah, sí! En la parte de atrás.
Los españoles queremos parecer un pueblo moderno cuando, en realidad, seguimos instalados en algunos clichés vergonzosos.
Ya estamos en plena precampaña electoral y comienzan a producirse situaciones que conocemos de antes y que no somos capaces de solucionar. Si miramos con atención las fotografías y los vídeos que llegan desde los medios de comunicación, nos asalta, irremediablemente, una pregunta: ¿dónde están las mujeres? Le respuesta es muy fácil. Porque las mujeres suelen estar en segunda línea, con aspecto de estar allí para que nadie pueda acusar al líder de machista.
Los únicos que se libran son los integrantes de Podemos. Las cosas como son. Del mismo modo que suelo criticar su postureo políticamente irrelevante, hay que decir que, en materia de igualdad, llevan años de ventaja al resto. Porque Pedro Sánchez lo intenta y ha logrado limar aristas, pero su personalismo convierte todo lo que hace en eso que se puede confundir con los movimientos del macho alfa que no admite nada que no venga de dentro de sí. Pablo Casado es el gran retroceso respecto a la igualdad entre hombres y mujeres. ¡Cómo será la cosa que la consigna en Génova es no hablar del aborto para que no meta la pata! Eso es solo un ejemplo. Rivera lleva como puede lo de tener a Inés Arrimadas cerca. Le supera en carisma y tiene mejor discurso que el líder de C’s, pero ya puede fundar un partido si quiere dar un paso más allá. Lo de Vox es una vergüenza y no merece la pena ni comentarlo. Lo sorprendente e inquietante es que hay miles de mujeres que votan esa opción.
En definitiva, la mujer vuelve a tener el espacio muy reducido y las posibilidades lejos. Las esposas de los líderes aparecen para sonreír, buscando una imagen maravillosa de la pareja; las compañeras de formación se conforman con segundos y terceros puestos, los hombres reparten las migajas y se quedan tan anchos. Y así no vamos a ninguna parte.
Que nadie olvide que la revolución que llega es la de la mujer y que cuanto más tarde se produzca más fuera de juego habremos quedado.