Aprendimos durante el acoso al que sometieron a Zapatero con la prima de riesgo y las exigencias de los mercados, que éstos son muy sensibles a las reacciones políticas. Aprendimos que el capital y la bolsa suelen ser miedosos y huyen de aquellos territorios donde no tienen claro su futuro. Y hemos aprendido que las exigencias de los mercados están por encima de las decisiones políticas, del poder soberano, y que son los mercados los que realmente marcan la hoja de ruta de la crisis de modelo a la que asistimos.
Señalo esto como entradilla porque hay algo en la victoria de Trump que no me cuadra. ¿Cómo es posible que tras la victoria de un «antisistema populista», como ha sido calificado por la prensa internacional, Wall Street ese día casi bata el record de subida? Estarán conmigo en que algo no cuadra y que ciertos paradigmas económicos parecen no encajar en este puzle. Sin duda, ese día la bolsa norteamericana entendió la victoria de Trump de forma diferente a como nos la han contado. Parece que los brokers de Manhattan ese día se frotaron las manos y entendieron que uno de los suyos había ganado las elecciones. Quizás alguien debiera explicarnos por qué es uno de los suyos, cuáles son las claves económicas para que los mercados y la bolsa reaccionaran con euforia cuando todo el mundo lloraba esa victoria.
Trump habla de proteccionismo, de paralización del acuerdo con Europa, niega el cambio climático o la libre circulación de capitales... lo contrario de lo que dicen los mercados. Insisto en que algo muy gordo no cuadra cuando sube la bolsa de Nueva York.