La Tostá

Yerbabuena para Pedro Peña

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
05 jul 2019 / 08:54 h - Actualizado: 05 jul 2019 / 09:04 h.
"Flamenco","La Tostá"
  • Pedro Peña. / El Correo
    Pedro Peña. / El Correo

Las Cabezas de San Juan, bello pueblo sevillano, le va a dar esta noche la Yerbabuena de Plata a un maestro de la guitarra flamenca, el lebrijano Pedro Peña. Para quienes no sepan quién es, es hijo de La Perrata, hermano de El Lebrijano y padre de Dorantes y Pedro María Peña. Uno de los guitarristas más gitanos de este tiempo, sin ser un virtuoso, con unos conocimientos del cante envidiables, pues también canta y lo hace con mucho sabor.

Cuando le pongan la insignia en el ojal, que tienen ya una gran cantidad de ilustres artistas flamencos y personalidades de la cultura y el mundo del arte en general, Pedro se va a acordar de muchos amigos que ya no están, pero sobre todo de Pedro de Miguel, su gran amigo y creador del festival junto a otros grandes hombres de Las Cabezas, como el pintor Juan Brito.

No tengo ninguna duda de que ambos estarán mirando desde algún balcón celeste del cielo o sentados entre el público en ese marco inigualable que es la Plaza de San Juan Bautista, donde se celebra una noche flamenca que tiene medio siglo de historia, desde 1970, cuando había artistas que eran capaces de tener a los aficionados hasta las claras del día pendientes de una buena soleá.

Lástima que no esté vivo el maestro Miguel Acal, porque hubiera sido el indicado para glosar la figura de Pedro Peña. Diría de él que tiene el don del sentimiento y el compás, el pellizco gitano, las vivencias precisas y la sabiduría jonda. Que nunca le pierde la cara al cantaor cuando lo acompaña a la sonanta y que se emociona solo con lo genuino, sin ojana.

He visto llorar a Miguel Acal escuchando cantar a Pedro Peña y a Pedro de Miguel reírse de emoción viendo cómo con un solo bordonazo sacaba lo mejor de Juan el Lebrijano, quien también andará esta noche por la plaza, sin duda, levantando la voz y su mano derecha para bordar unas cantiñas de Popá Pinini que Concha Vargas, la hija de Quintín, liará en su cintura como un mantón gitano. Cuidado con las emociones, maestro Pedro, que Las Cabezas no es Cuenca y está tan cerca de Lebrija que se puede estar en los dos pueblos a la vez.

Pedro Peña Fernández es uno de los escasos maestros que nos quedan. Del cante, de la guitarra y de la palabra flamenca. Comprometido con la esencia y la cultura jondas, es el guardián de su casa flamenca, la de los Peña de Lebrija. Hombre culto, amable y cariñoso, responsable con el legado de los suyos y un incansable luchador por su pueblo, el pueblo gitano. Pocos merecen, como él, la distinción de Las Cabezas, un pueblo donde jamás tuvo sitio el cante comercial y conservan el espíritu que Pedro ha defendido siempre, desde adolescente, porque lo mamó en su propia casa.

Ojalá acompañe la noche y se unan el fresquito de la marisma lebrijana con el olor del pan de Las Cabezas.