No hay dudas sobre que Zoido deseaba ser alcalde. Por eso, aunque ya no lo sea, sigue denominándose @zoidoalcalde en su cuenta de Twitter. Y acaba de intentar inaugurar una obra porque se inició en su mandato, algo chocante. Actuar como si aún lo fuera solo parece evidenciar que no sabe cuál es su sitio ahora.
Seguramente no haya analizado correctamente las razones de su contundente derrota electoral. Le habrá echado las culpas a muchas cosas. Pero es probable que no sepa que ha perdido porque no tenía una idea de ciudad, por rodearse de un equipo al que no ha dejado brillar con luz propia, el que la tuviera, en donde preparar el recambio y por creer que gobernar es salir en el periódico amigo. En su agenda no había más que banalidades y culto a la personalidad, fotos y poco más.
Para ser alcalde de Sevilla hay que tener en la cabeza una idea de adónde se pretende que vaya la ciudad. Y sabiéndolo hay que explicarlo y ejercer el liderazgo frente a tu equipo y la sociedad: ideas y gestión eficiente.
Por muy inmovilista que, dicen, sea Sevilla, su condición de gran ciudad requiere trazar un objetivo vigoroso de futuro que evite el declive. Porque en eso se cae cuando no se sabe qué hay que hacer para evitarlo.
La visión reduccionista de la ciudad que ignora a esa compleja y gran Sevilla, esa ciudad le ha dejado sin alcaldía. Ahora es solo un concejal de la oposición. Ya es tarde para reclamar que se haga lo que él no hizo. Y tarde también para volver a ser alcalde, cuya intención proclama, salvo que todo sea una simple táctica. Pronto veremos si cambia su vocación municipal por un escaño en el Parlamento.