La situación política en Cataluña sigue siendo muy parecida a la que era en el momento de producirse el intento de golpe de Estado que intentaron perpetrar los independentistas catalanes. Muchos de ellos vuelven a estar sentados en su escaño. Es cierto que otros han dejado la política, están encarcelados o huidos de la justicia, pero el sentimiento separatista es evidente. Es posible que todo se pueda complicar más que antes puesto que, por ejemplo, la abstención de los comunes de Ada Colau y Pablo Iglesias ha sido la causa fundamental por la que los independentistas han logrado colocar a uno de los suyos al frente de la Cámara. Los comunes ya no quieren ni son capaces de ocultar sus tendencias separatistas que, aunque Iglesias quiera disfrazar de lógica distancia al problema, termina apareciendo como lo que es. Los comunes han pagado cara su postura durante la crisis catalana en las urnas y, si siguen radicalizando su discurso, es posible que el precio político continúe subiendo.
Todo lo que suceda en Cataluña habrá que analizarlo con prudencia, cautela y sabiendo que los mismos actores pueden interpretar distintos papeles, pero no dejan de ser ellos mismos. Cataluña sigue viviendo una fractura social severa, la economía no da señales esperanzadoras de recuperación, se siguen utilizando las mismas ideas torticeras para mantener viva la idea de que España es represión y robo a manos llenas. Cataluña presenta un problema intenso que la aplicación del artículo 155 no ha resuelto en absoluto. Las máquinas propagandísticas del independentismo siguen funcionando a pleno rendimiento y si en las escuelas se ha producido adoctrinamiento nada hace pensar que eso haya cambiado.
El discurso de Torrent se parece bastante al que hizo Forcadell al ser nombrada presidenta del Parlament en su momento. Y el resultado final de la gestión de esta mujer no parece que sea favorable a la unidad de España ni al bien común de los catalanes. Con los separatistas en los puestos clave de la política catalana, sólo la mitad de la población puede estar tranquila pensando que se está pensando en sus intereses. Torrent tiene mucho trabajo por delante para que la tendencia cambie.
El discurso de Ernest Maragall, que no correspondía a nadie que forma parte de la Mesa de Edad del Parlament, fue un bochorno que incidía en que Cataluña es de los separatistas. Nada de España ni de la mitad de los catalanes porque no piensan como ellos.
La actitud de Puigdemont se terminará convirtiendo en la razón por la que la presencia del artículo 155 se alargue más de lo que sería preciso.
Cataluña seguirá convertida en foco de atención. Nada ha cambiado esencialmente. Volveremos a vivir momentos parecidos a los que hemos padecido en los últimos meses y eso no parece que sea lo mejor ni para Cataluña ni para los catalanes.