La Audiencia Nacional ha condenado a Cassandra Vera a un año de cárcel por un delito de humillación a las víctimas de terrorismo. La estudiante, de 21 años, publicó 13 mensajes en su cuenta de Twitter que hacían referencia, en tono sarcástico, al atentado que sufrió Carrero Blanco en Madrid y le costó la vida. Según la Audiencia Nacional, esos mensajes «constituyen desprecio, deshonra, descrédito, burla y afrenta» al referirse a «personas que han sufrido el zarpazo del terrorismo y sus familiares».
Sin entrar a valorar la sentencia, lo que parece claro es que unos chistes de muy mal gusto y que no hacen la más mínima gracia a casi nadie, pueden tener una repercusión de dimensiones desproporcionadas y pueden cambiar la vida de cualquiera una vez que se ponen en circulación dentro de las redes sociales o los medios de comunicación. Las opiniones pueden ser diversas acerca de la sentencia, acerca de lo ofensivo de esos mensajes, pero lo cierto es que las leyes son las que son, hay que respetarlas y, por supuesto, saber que los actos de cualquiera de nosotros pueden traer una serie de consecuencias importantes. Hay que recordar que la nieta del propio Carrero Blanco manifestó que estos chistes no le parecían motivo suficiente para condenar a Cassandra Vera, y mejor referencia sobre la diversidad de opiniones no hay, pero la ley dice lo que dice y los jueces se ajustan a ella para dictar sentencia.
Las ideologías, ideas, pensamientos o reflexiones, que pueden gustar más o menos, que pueden ser repugnantes o parecer sublimes, se modifican ostensiblemente si se manifiestan en ámbitos que alguien puede considerar privados o reducidos y toman una dimensión extraordinaria cuando se difunden en las redes sociales, en la prensa escrita o en la radio; además sin que quiera o no el autor puesto que se puede perder el control en cuestión de minutos. Porque actualmente nadie sabe qué recorrido pueden tener unas manifestaciones que, por ejemplo, en el ámbito familiar pueden parecer inofensivas y en el público podrían convertirse en escandalosas. La prudencia en el uso de las redes sociales parece que es la mejor de las estrategias. Nadie es capaz de intuir el alcance que pueden llegar a tener sus bromas o una frase pronunciada durante el banquete de bodas de un hijo.
Cassandra Vera ha cometido una torpeza por la que va a tener que pagar la pena que fija la ley en vigor. Hay que sumar al año de cárcel una inhabilitación especial para el ejercicio de derecho del sufragio pasivo (un año) y una absoluta (siete años). Por tanto, nada de becas y nada de acceder a cargos públicos. Una pena considerable que sin duda cambiará su vida.