Consecuencias del nacionalismo radical

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18 abr 2018 / 22:09 h - Actualizado: 19 abr 2018 / 08:56 h.
  • Consecuencias del nacionalismo radical

Se podía intuir que la agresión a dos guardia civiles y a sus parejas que se produjo en el bar Koxka de Alsasua, el 15 de marzo de 2016, había sido una salvajada. Ahora ya lo sabemos. Después de escuchar las declaraciones de los agredidos, la brutalidad con la que se produjo la agresión se hace, de alguna forma, más real, más tangible.

En cualquier caso, este juicio está sirviendo para constatar que las personas en grupo son capaces de desarrollar una violencia atroz; que esas mismas personas, cuando se enfrentan a la Justicia, pierden ese falso valor que mostraron al agredir en clara ventaja y niegan de forma cobarde su participación en unos hechos repugnantes (en este caso, los hay que llegan a decir que ni siquiera estaban presentes); que ETA dejó plantadas semillas terribles entre los jóvenes vascos y navarros y que los políticos lo aprovechan sin mostrar el más mínimo reparo moral si hay que, por ejemplo, apoyar los actos violentos; que el miedo en algunas zonas del Estado español sigue instalado haciendo que algunas vidas se desarrollen en silencio y sin poder llegar a la plenitud. Pero lo que se suma a lo que ya se sabía que es todo lo anterior, después de tantos años de terrorismo, es algo que va tomando forma y haciendo que su importancia vaya a más: los nacionalismos. Estos ya ponen en peligro la convivencia en España. No puede ser que un solo español tenga que dejar su casa porque el odio mueva a sus vecinos contra él o ella; no puede ser que se señale a nadie por defender ideas distintas a las de los violentos o a las de los que se llenan de razón y encuentran motivos para imponer las suyas.

El mapa político en España ha cambiado de forma radical. Hace treinta años nadie hubiera imaginado que la distribución del mapa político fuera como es. Partidos políticos que casi han desaparecido o que han menguado su importancia entre los ciudadanos, nuevos partidos dirigidos por personas que no dudan en ponerse del lado de los agresores y que convocan manifestaciones en apoyo de los que se mueven por odio.

Serán los jueces los que tengan que decir si esta agresión es un acto terrorista o no lo es, pero cualquier ciudadano ya sabe que la brutalidad hay quien la aplaude y la apoya; y que si seguimos estos caminos que plantean los nacionalismos radicales terminaremos en lugares muy comprometidos para todos los españoles.