Egocentrismo superlativo

Trump no deja de ser un peligro puesto que en los tiempos que corren miles de personas necesitan de un líder que les lleve a ser lo que ellos creen que fueron

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23 ene 2017 / 00:01 h - Actualizado: 23 ene 2017 / 13:05 h.
"Política","Donald Trump"
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Como cualquier gobernante populista, Donald Trump ha arremetido contra la prensa libre al hilo de la información ofrecida por los distintos medios de comunicación sobre la concentración de personas que asistieron a su juramento como presidente de los Estados Unidos de América.

Según Trump, los periodistas han querido restar importancia a su toma de posesión publicando imágenes de «un terreno donde prácticamente no había nadie». Afirma eso y que asistieron entre un millón y un millón y medio de personas, datos que resultan del todo improbables viendo las imágenes que se grabaron del acto. Por ello, el ya presidente del país más poderoso del mundo, no ha dudado en llamar deshonestos a los periodistas norteamericanos. Y es que cuando las personas, incluidas las más poderosas, están vacías desde un punto de vista ideológico; cuando los argumentos no existen; cuando el mundo de cualquier ser humano se reduce a sí mismo; cualquier oposición, cualquier idea que esté enfrente de las propias, son motivo de enfrentamiento en el que las descalificaciones son la única arma posible. No tener una base ideológica mínimamente soportada por ideas coherentes lleva a golpear sobre la mesa, imponer y poco más.

De calificar a los periodistas como deshonestos a realizar movimientos de nacionalización de los medios de comunicación hay un paso. Y si los que te votaron siguen creyendo en lo que dices, todo se puede hacer posible.

De momento, Trump ya ha anunciado que los medios de comunicación tendrán que «rendir cuentas» justificando esta especie de amenaza en que los estadounidenses merecen algo mucho mejor. Trump sigue enarbolando la bandera nacionalista, populista y demagoga. Y no deja de ser un peligro puesto que en los tiempos que corren miles de personas necesitan de un líder que les lleve a ser lo que ellos creen que fueron, a tener un país propio y seguro.

Trump es el populista mejor vestido del planeta, pero populista al fin y al cabo.

Además, las concentraciones de protesta encabezadas por mujeres han sumado alrededor de dos millones de personas. Famosas, mujeres anónimas, niñas y ancianas, han querido dejar claro que las mujeres no van a soportar la misoginia, faltas de respeto o un retroceso en sus derechos fundamentales. Trump tan solo ha preguntado por qué no votaron esas mujeres. Ese ha sido todo su discurso frente a una de las protestas más multitudinarias de las que se han vivido en la capital de Estados Unidos.

Un discurso pobre que maneja ideas sencillas: el país es nuestro y no de los de más allá de las fronteras; queremos volver a ser los más poderosos; hagamos un país grandioso. Poco más. Pero un discurso que funciona y cala entre millones de personas que han decidido que el futuro de su país, y el de todo el planeta, quede en manos de Donald Trump.

Tendrá que aprender Trump que la prensa libre no puede ser hostigada ni siquiera por el presidente de los Estados Unidos. Habrá que recordar que algunos de los presidentes anteriores tuvieron serios problemas gracias a que los periodistas hicieron su trabajo para no consentir impunidades de nadie. Tendrá que saber Trump que las mujeres norteamericanas pueden manifestarse, hayan votado o no en las últimas elecciones. Tendrá que entender Trump que está al cargo del país más poderoso de la Tierra y que los problemas que eso acarrea no se resuelven a través de una cuenta de Twitter.