El empresario, una figura a revalorizar

19 oct 2016 / 20:30 h - Actualizado: 19 oct 2016 / 20:33 h.
"Economía","Crisis","Empresas"

La crisis económica más importante que hemos sufrido a escala mundial ha dejado grandes secuelas; ha sido demoledora con todos los estratos sociales y económicos. Ni casi nada, ni casi nadie, han podido salir ilesos de un período tremendamente duro y doloroso como el que se ha vivido durante los últimos años.

Los empresarios son uno de los colectivos que más afectados se han visto por el efecto de la crisis. Hay quien pudiera pensar que no es así aunque las cifras sobre empresas cerradas o patrimonios perdidos son del todo claras. Esta situación ha afectado a las grandes, medianas y pequeñas empresas, a los autónomos, a todo tipo de empresario.

Lo que resulta curioso es que el empresario, ante estas circunstancias, parezca que tenga la obligación de excusarse. Si la empresa no obtiene los mejores resultados, si la empresa no supera situaciones extremas como esta crisis que hemos pasado, el empresario parece ser el único culpable de esa situación. Y es curioso porque, si la empresa va bien, también se sitúa al empresario en el punto de mira y debe explicar que ganar dinero, que generar riqueza, no es ningún atropello y se consigue a base de trabajo duro del propio empresario y de toda su plantilla. Es algo insólito que, en muchas ocasiones, se cuestione algo así cuando ganar dinero significa que se puedan pagar las facturas de los proveedores, las nóminas de los empleados o los impuestos. Ha llegado el momento de no mirar al empresario como el culpable del todo sino como esa persona que arriesga su patrimonio con el fin de crear puestos de trabajo y riqueza que permiten una mejora económica y social beneficiosa para el conjunto de la sociedad.

Será por esto por lo que los jóvenes no tienen claro eso de convertirse en empresarios. Las últimas encuestas son claras al respecto: la preferencia de los universitarios pasan por trabajar para la Administración Pública. Los riesgos se intentan dejar en la cuneta de la carrera profesional.

Ser empresario es una tarea ardua. Posiblemente, una profesión poco y mal reconocida, en sectores amplios de la sociedad. Ser empresario significa caminar constantemente sobre un cable colocado a una altura considerable sin que una red proteja de la caída. En este sentido, es muy significativo que, por ejemplo, la cuota empresarial a la Seguridad Social no se vincule a los resultados obtenidos por una empresa concreta. Es decir, si las cosas van mal, el empresario debe pagar exactamente lo mismo que si van bien. No parece que sea lógico en exceso este planteamiento y, mucho menos, en tiempos de crisis económica.

Ser empresario es complejo puesto que la responsabilidad es enorme. Apostar por la creación de empleo, por mantener las plantillas intactas durante los periodos difíciles o poner en juego el patrimonio, es una actitud arriesgada que debe tener un reconocimiento social y por parte de un Estado que se empeña en continuar ejerciendo una alta presión fiscal aun cuando el crédito deja de circular con normalidad.

En Andalucía, como en cualquier otra autonomía española, se debe apostar por los empresarios, se debe allanar el camino a todo el que quiera asumir el riesgo de serlo, se debe intentar articular mecanismos que, lejos de presionar y recargar los importes en tiempos difíciles, permitan a los empresarios tener cierto margen de maniobra para solucionar los problemas que se vayan planteando.

Ahora, cuando parece que la crisis va dejando paso a la posibilidad de mejoras más ciertas, habrá que pensar en cómo conseguir que los emprendedores decidan dar un paso adelante con ciertas garantías, habrá que pensar en cómo conseguir cierta flexibilidad para que el tejido empresarial se fortalezca y crezca al ritmo que tanto necesitamos.

Y conviene que se reconozca una labor tan dura y generosa como la que realizan miles de empresarios en Andalucía y en el resto del país contribuyendo, al crear puestos de trabajo, a diluir la lacra social que supone un índice de paro en niveles preocupantes desde hace ya demasiado tiempo.