Una madre pinchándose heroína frente a su hijo de tan solo cuatro años en una calle de Ohio se ha convertido en la imagen de la adicción en EEUU, donde el consumo de este opiáceo está al borde de convertirse en una epidemia, con 59.000 muertes en 2016. La heroína, cuando parecía que estaba en declive, ha regresado por desgracia y, como todo, las alarmas saltan primero al otro lado del charco, pero ya empiezan a dar sus primeros coletazos en España. Una de esas balizas de medición la aporta, desde hace ya años, la Diputación de Sevilla, que, en su último informe sobre drogodependencias, ve que consigue poner cerco a la adicción al alcohol o a las drogas, pero no así a los derivados opiáceos (heroína o rebujado), que rompen así con la tendencia a la baja de los últimos años. Ante ese escenario, la única manera de plantar cara es con acciones directas. Con medidas como los 3,8 millones que, entre la institución provincial y la Consejería de Asuntos Sociales, ponen encima de la mesa para ayudar a los drogodependientes. Y prevención, mucha prevención, desde el colegio hasta la universidad.
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