La danza de la lluvia y la luz

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21 feb 2017 / 07:14 h - Actualizado: 21 feb 2017 / 07:14 h.
"Tarifa eléctrica"
  • La danza de la lluvia y la luz

Cuando hace unas semanas, en plena ola de frío, se abrió un potente debate sobre el precio de la luz en España; cuando la demanda batía récords y ese consumo elevadísimo era una cuestión de gran peso para justificar un aumento en el recibo pagado por los ciudadanos y las empresas; la gran razón por la que teníamos que entender esa subida disparatada era que no llovía y que el viento no soplaba lo suficiente. En ese sentido, los miembros del Gobierno que realizaron declaraciones, explicaron que eran esas las razones más poderosas y que todo lo que pasaba era algo eventual, que si las condiciones climatológicas cambiaban –si las temperaturas subían, si la lluvia llegaba y si el viento comenzaba a soplar– el recibo de la luz bajaría para alegría de todos.

En España ahora llueve. En algunas zonas, la cantidad de lluvia es brutal y, muy posiblemente, habrá que declarar algunos territorios como zonas catastróficas. Un ejemplo de ello es Málaga. El viento ha aparecido llegando a niveles normales para la época del año en el que estamos. Las temperaturas han subido y el frío intenso que hemos padecido hace unas fechas ha desaparecido. Sin embargo, en el mes de febrero la luz ha vuelto a subir. Hasta un 7,5 por ciento más se paga por el consumo eléctrico en España. Algo que parece inexplicable cuando fuentes oficiales del Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital afirmaban que el problema era coyuntural y los factores que afectaban eran los señalados.

Parece imposible que el Gobierno de España sea capaz de solucionar el problema que genera el precio de la luz. Tal vez tampoco sea demasiado beneficioso para el Estado que ese precio disminuya, porque buena parte de esa cantidad que pagan los usuarios por el consumo eléctrico corresponde a los impuestos que tiene fijados el Gobierno.

Si es verdad que una bajada de impuestos es muy beneficiosa para que el consumo se reactive de forma rotunda, bajar el 21 por ciento de IVA que abonamos en el recibo de la luz a niveles más asequibles podría ser una fórmula que aliviase la carga en hogares y empresas. Pero, como es lógico, el Estado se financia, entre otras cosas, a través de los impuestos, y las cuentas dejan de cuadrar cuando se modifican los parámetros. Dado que las empresas suministradoras eléctricas realizan una gestión equilibrada y competitiva, y que arrastran problemas crónicos que el Gobierno no ha sabido solucionar, no parecen dispuestas a bajar sus tarifas. Por tanto, en esta situación los únicos que pierden son los usuarios.

Lo cierto es que el recibo de la luz sube sin parar y sea como sea. Sube en verano, en otoño, en invierno y en primavera. Unas veces de forma alarmante. Otras sin que cause irritación. Pero siempre sube. Y nunca nadie es capaz de explicar cómo interpretar lo que se gasta en un hogar cualquiera, nadie es capaz de explicar cómo un usuario puede ahorrar consumiendo de forma coherente. Estamos ante otro asunto rodeado de declaraciones que parecen ser, como poco, equivocadas o inexactas aunque se podría añadir algún calificativo más grueso sin riesgo de equivocación; nos encontramos ante otro aspecto del día a día de los españoles que hace más difícil llegar a final de mes. Y no parece que nadie esté dispuesto a aclarar nada ni, lamentablemente, a solucionar un conflicto que pesa demasiado en las economías de todos.