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La dificultad laboral del campo

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19 nov 2017 / 23:45 h - Actualizado: 19 nov 2017 / 23:45 h.
  • La dificultad laboral del campo

Los trabajadores del campo buscan otras ocupaciones en distintos lugares y sectores y son, cada año, más escasos. Tanto la mano de obra nacional como el número de inmigrantes dispuestos a trabajar en el campo, desciende sin pausa. Los empresarios comienzan a preocuparse con una situación que se agrava y para la que no parece que exista una solución fácil.

Es este un problema que comienza a ser más que serio en el sector agrícola y que debe ser resuelto con rapidez en Andalucía, una comunidad autónoma que emplea a cerca de 48.000 personas y suma un volumen de negocio de 15.200 millones de euros al año. Estas cifras convierten a Andalucía en la región española líder en producción y exportación del sector. Pero, lógicamente, la falta de mano de obra pone en peligro un negocio fundamental. Ya, en años anteriores, hubo problemas para enfrentar la campaña de algunos productos y miles de kilos quedaron sin recoger.

Como ya ha ocurrido en otras ocasiones, otros sectores demandan trabajadores que se sienten más cómodos que en el campo y logran atraer a un buen número de personas. El repunte de la construcción o la excelente marcha de la industria turística son dos de las razones por las que se explica la ausencia de trabajadores en el campo. Aunque no son las únicas.

Los sindicatos piden una revisión del convenio del campo para subir el salario o reducir el tiempo de la jornada, pero los empresarios afirman pagar por encima de lo que exige ese convenio y no son capaces de llamar la atención de los trabajadores. Hay que tener en cuenta que los 10.455 euros anuales de salario en el campo son muy inferiores al sueldo que se recibe, de media, en el resto de sectores productivos. Tan solo son un 63 por ciento de los 28.400 euros al año que cobra una persona por su trabajo en otro sector. La diferencia es grande y el tipo de trabajo que se desarrolla en el campo es especialmente duro e incómodo.

Mientras las zonas de regadío y más industrializadas carecen de trabajadores, las de secano no pueden generar ocupación para las personas de la localidad que se quieren dedicar a trabajar en esos campos. Y esas superficies de regadío andaluzas se elevan a 270.000 hectáreas. El problema es importante y resulta imprescindible encontrar una solución.