La mala política

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15 nov 2017 / 23:50 h - Actualizado: 15 nov 2017 / 23:50 h.
  • La mala política

El problema que genera una clase política mediocre no es exclusivo de España. El pasado lunes, en el hemiciclo del Parlamento Europeo se volvió a escuchar a un par de sujetos, ambos eurodiputados, que humillan a todos los ciudadanos de los países que integran la UE y que invitan a reflexionar sobre si este tipo de espectáculos deben formar parte de la vida política europea.

Las mujeres han tenido que luchar desde siempre contra la desigualdad, contra una clara discriminación respecto a los hombres. Ha sido mucho el esfuerzo, pocos los resultados y el camino por recorrer es largo. Y no resulta ni mínimamente aceptable que un par de eurodiputados puedan decir una barbaridad completamente contraria a los derechos de la mujer sin que haya consecuencias para ellos. Nunca antes, tantos patanes tuvieron su minuto de gloria con tanta facilidad y con los gastos pagados por todos los ciudadanos de Europa.

Janusz Korwin-Mikke, diputado de Polonia que no está adscrito a ningún grupo, ya es conocido por sus ataques indignantes a las mujeres. Este sujeto es el mismo que ya escandalizó a todos afirmando que las mujeres debían ganar menos que los hombres porque son «más débiles y menos inteligentes». El lunes, puesto que continúa siendo eurodiputado, Korwin-Mikke tomó la palabra para decir que estaba perplejo y añadía: «Creo que el asunto más importante del problema demográfico en Europa sigue sin mencionarse. Las mujeres no se quedan en casa, sino que se van a trabajar. Y tienen menos niños. Todos se empeñan en que la mujer trabaje fuera de casa. Si no solucionamos esto, no tiene sentido debatir». Estas afirmaciones intentaban ser, claramente, un golpe a los derechos de las mujeres y un insulto a todos. Inaceptables, peligrosas y del todo innecesarias, realizadas desde un escaño. Lamentable.

Bruno Gollnisch, del Frente Nacional de Marine Le Pen, afirmaba no estar de acuerdo con lo que decía el polaco, pero se mostró contrario a que se sancionase a su colega. En definitiva, no compartía postulados, pero no le parecían lesivos o contrarios del todo a los intereses de millones de mujeres de todo el mundo que intentan conseguir una libertad tan merecida como negada durante siglos. Tremendo.

Si el Parlamento Europeo sirve para ceder espacios a este tipo de sujetos, significa que algo no va bien, que algo está podrido y no se está sabiendo localizar el problema para poderlo solucionar. Ayer mismo, Gabriel Rufián, en el Congreso de los Diputados, volvía a montar un espectáculo enseñando unas esposas con tono amenazante hacia el presidente del Gobierno. Está a la misma altura de los despropósitos de Korwin-Mikke y Gollnisch .

Populismos, extremismos, nacionalismos y, lamentablemente, la mediocridad política, parecen haberse instalado en Europa sin que nadie pueda detener su avance. Y, lo que es peor, sin que nadie esté valorando a priori los efectos nocivos de partidos o personas que han logrado tener sitio en un parlamento para lanzar sus ideas desde lo que debería ser el templo de la palabra, del diálogo y de la democracia.