Los libros son esos objetos que contienen el mundo entero. Cientos de millones de letras se unen en las páginas que forman cientos de millones de ejemplares con un solo fin, que no es otro que explicar de qué se trata todo esto que llamamos existencia.
Por esto, las ferias del libro que se celebran en ciudades de todo el mundo son especialmente importantes. Aunque no se nos puede escapar el tono comercial que tienen todas ellas, incluida esta que acaba de comenzar en Sevilla, una feria del libro ofrece cosas fundamentales para el desarrollo cultural de una sociedad.
El fomento de la lectura, algo que evidentemente no se consigue solo con la venta de libros, es uno de los objetivos que se plantean los organizadores de estos eventos. Seguramente, se hace, entre otras cosas, para maquillar la clara y, por qué no decirlo, legítima intención de hacer caja en las casetas instaladas. Pero hay que valorar este aspecto olvidando lo que es puramente crematístico. Conseguir que niños, jóvenes y adultos, lean y hagan de esta actividad algo fundamental en sus vidas, es más que importante. La lectura invita a la reflexión, al reposo de las ideas, a ensanchar los horizontes de la fantasía de cada persona y de la que pertenece al género humano, a una mirada crítica y pausada.
Si, además de vender libros, se logra que alguien descubra la literatura como parte de su vida, hay que celebrar que la feria del libro vuelva a ser punto de encuentro de miles de sevillanos durante unos días.
Aunque hay que advertir, ante ese discurso algo tramposo que maneja la idea de acercar la cultura a las personas, que la cultura está siempre en el mismo lugar y que somos todos nosotros los que estamos obligados a aproximarnos a ella. Solo se descubre algo si se busca. No parece que los encuentros casuales tengan mucho que ver con los libros, con un poema o con la ilustración de un ejemplar cualquiera.
Las 39 casetas que forman la Feria del Libro de Sevilla estarán esperando, durante diez días, a que niños, jóvenes y adultos, se acerquen a ellas. Las casetas y las animaciones, cuentacuentos, mesas redondas, presentaciones, firmas, espectáculos de títeres, música, exposiciones y talleres, que están programados como actividades en busca de ese necesario fomento a la lectura. Porque allí se encuentran las historias que explican este mundo que vivimos y que es tan difícil de entender.