La ley se dicta para que sea cumplida. Eso es una evidencia que no hace falta explicar. Y, además, no hay excepciones. Todos debemos cumplirla y un grupo cualquiera, por numeroso que sea, no puede imponer un orden que se encuentre al margen de lo estrictamente legal.
Desde la Generalitat de Cataluña se insiste en que el referéndum que tienen planteado llevar a cabo no es algo que se pueda negociar o eliminar de sus planteamientos secesionistas a corto plazo. A pesar de los gestos que el Gobierno de Rajoy ha tenido buscando una postura dialogante, el mensaje desde el Ejecutivo catalán es rotundo: no hay posible marcha atrás. Pero, lógicamente, el Gobierno tiene a su alcance medidas de todo tipo, tanto legales como coercitivas, que pueden utilizar para poner fin a una aventura que no tiene cabida alguna en el marco constitucional español.
Recurrir al Tribunal Constitucional sería la primera medida a tomar. Y si no fuera suficiente el Gobierno de España se reserva utilizar todos los mecanismos de los que dispone para hacer que se cumpla la ley.
Y es en ese punto en el que encontramos el gran problema. Es evidente que nadie desea que se genere un conflicto a raíz de este asunto. Pero, del mismo modo, es evidente que nadie desea que se incumpla la ley por unos u otros.
Ya que el diálogo entre las partes no ha sabido plantearse nunca, ya que los últimos intentos de Mariano Rajoy no han dado los frutos esperados, y ya que la opción secesionista ha tenido tiempo de madurar y asentarse entre un número de ciudadanos catalanes mucho mayor que hace unos años; la estrategia del Gobierno tendrá que plantearse dentro del marco legal más estricto, pero, también, instalada en un territorio que permita cierto grado de creatividad y flexibilidad, para evitar que un problema ya crónico siga creciendo en intensidad.
Hacer política es un arte y ha llegado el momento de hacer un esfuerzo para demostrar que todos los implicados pueden estar a la altura de las circunstancias. No hay que olvidar que unos y otros son representantes de la ciudadanía, no hay que olvidar que esto no puede plantearse como lucha de egos o como lucha de partidos políticos enfrentados, no hay que olvidar que está en juego algo tan importante como la paz, la buena convivencia y el progreso de toda una nación en la, por supuesto, se encuentra integrada Cataluña. Pese a quien pese, Cataluña es una parte fundamental de España.
Parece que lo lógico será que las reuniones de máximo nivel se comiencen a producir lo antes posible con el fin de conseguir un acuerdo tan necesario como deseado por todos los españoles.