Tras las votaciones en el seno del Comité Federal del Partido Socialista Obrero Español podemos hablar de dos noticias. Una de ellas se refiere a la división interna o al enorme debate que se ha producido en el seno de la formación política. Hay quien se refiere a una cosa y quien se refiere a la otra dependiendo de la perspectiva desde la que se mire el asunto. La otra, a la más que posible investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno en fechas próximas.
Han sido ciento treinta y nueve los votos a favor de la abstención. Noventa y seis los contrarios. La división es clara y será difícil que el presidente de la comisión gestora, que actualmente lleva las riendas del PSOE, logre que las voces discordantes vayan diluyéndose para que el mandato del Comité Federal se cumpla por parte de todos los diputados. Será difícil que Javier Fernández logre persuadir (algo en lo que ha insistido una y otra vez después de finalizar la reunión en la calle Ferraz) a los miembros del PSC. Aunque todo es posible en estos momentos. Nadie debe descartar, por ejemplo, una ruptura definitiva del PSOE con el PSC o viceversa.
El PSOE recibirá un balón de oxígeno con esta próxima investidura, algo que hubiera sido imposible pensar hace un par de años. Le gana unos meses al tiempo en los que podrá recuperar credibilidad y solvencia frente a sus electores. Esto es algo que la política española ha de celebrar puesto que no es este un partido menor sino, tal vez, el más importante de los últimos cien años de historia española. Pero unos meses en política parecen poca cosa; el cortoplacismo en política es mal compañero de viaje. No parece que los plazos sean los mejores para que se explique esta decisión, para que se explique todo lo que ha sucedido o para que se digiera bien por parte de todos. Son muchos los militantes que no entienden la decisión y, seguramente, nunca la asuman como propia. La gran pregunta, entonces, es qué ha ganado el PSOE o qué ha perdido. El futuro del partido depende de cuál sea la respuesta.
No obstante, lo que es indiscutible es el que la mayor parte de los componentes del Comité Federal del PSOE han demostrado un sentido de Estado que era necesario. Susana Díaz ha conseguido, con el apoyo de políticos que han sabido leer los tiempos, que España avance hacia un futuro tan necesario como incierto hasta hace unas horas.
Y Rajoy será presidente del Gobierno de España tras una larga espera. Tendrá que demostrar si ha merecido la pena haber transitado una senda tan llena de curvas peligrosas, baches y encrucijadas. Y no solo a los españoles, sino en su propio partido, puesto que el desgaste ha sido de tal envergadura que son pocos los que han salido ilesos de este revuelto viaje político durante los últimos meses.
Sea como sea, España tendrá Gobierno en unos días. Es muy posible que los mercados respondan positivamente, es muy posible que la inversión extranjera comience a llegar con mayor alegría, es muy posible que Europa deje de mirar a nuestro país con la ceja levantada y que todo sea más favorable para que la maquinaria comience a funcionar con la fuerza necesaria como para recuperar el terreno perdido. Han sido muchos meses de bloqueo que han afectado directamente a los pulmones de un país que llega fatigado y sin el aire suficiente hasta el momento en el que nos encontramos.
Llega la hora en la que todas las formaciones política deben realizar un esfuerzo para abordar los asuntos más acuciantes y tratar de resolver los problemas que impiden un desarrollo normal de la economía, de la igualdad social y del fortalecimiento cultural.
La dinámica política deberá sustentarse sobre un debate político que será más o menos duro, pero con el entendimiento como objetivo prioritario. Solo así tendremos garantizado una estabilidad que tanto necesitamos.