Los sindicatos se equivocan en Cataluña

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15 abr 2018 / 22:30 h - Actualizado: 15 abr 2018 / 22:30 h.
  • Los sindicatos se equivocan en Cataluña

No se puede olvidar que la situación de Cataluña es resultado del intento de huida de los políticos corruptos, antes catalanistas ahora independentistas, que se dedicaron a cobrar un 3 por ciento de forma ilegal a empresarios que realizaban negocios con la Generalitat. Es bueno recordar que Artur Mas decía hace unos años que eso del independentismo le parecía algo acartonado. Pero salvar a los Pujol y a sí mismo le hizo cambiar de opinión y unirse a los independentistas de siempre que eran más bien pocos. Es evidente que las cosas han cambiado.

También para los sindicatos mayoritarios, UGT y CCOO, las cosas no se parecen a lo que fueron hace cuarenta años. Han perdido fuelle, han perdido credibilidad, han perdido importancia, han perdido afiliados y se han perdido ideológicamente no sabemos (ni saben) dónde, cuándo ni cómo. La última muestra de debilidad ha sido unirse a las manifestaciones independentistas que buscaban, una vez más, debilitar al poder judicial para poner en entredicho el Estado de derecho. No se entiende bien qué pintan los sindicatos en todo esto cuando han sido las clases más poderosas de la sociedad catalana las que han hecho crecer una idea política tóxica y lesiva para los intereses de los trabajadores catalanes que ven cómo las empresas cambian sus domicilios sociales y se refugian en otras partes de España o cómo el futuro económico es más gris ahora que antes de todo este jaleo y los puestos de trabajo pueden ser menos y peores.

No es normal que los sindicatos se sumen a las acciones de descrédito que el nacionalismo diseña sin descanso. Y, como no es normal, las bajas de afiliados aumentarán y la importancia de organizaciones que fueron fundamentales para que la democracia se instalase en nuestra sociedad será, cada día, menor. Si es verdad que no comparten los objetivos secesionistas, los líderes sindicalistas deberían dejar de coquetear con fuerzas políticas que claramente quieren desacreditar un país y su modo de vida. Decir que buscan «la construcción de puentes de encuentro entre la sociedad plural catalana y la llamada a la normalidad institucional, política y judicial» es no decir nada porque ese discurso vacío no puede ser entendido por la clase trabajadora catalana ni del resto de España. Ayer, UGT y CCOO han podido comprar un billete hacia el olvido en clase preferente.

Las facturas que pasará todo lo que está sucediendo a los que son ahora protagonistas serán muchas y elevadísimas. Cuando llegue el momento nadie querrá explicar cómo fueron las cosas y los perjudicados, como siempre ha ocurrido en la Historia, serán los más desprotegidos que no podrán acudir a sus sindicatos de siempre porque se habrán reducido a la mínima expresión.