Responsabilidad social

20 may 2016 / 23:12 h - Actualizado: 20 may 2016 / 23:16 h.
"Sevilla FC","Copa del Rey","Barcelona","Constitución Española"

La estelada o cualquier otra bandera no es inconstitucional, lo que va en contra de la Constitución es usarla en actos u organismos públicos como sustituto de la bandera oficial. Cualquiera puede portar la estelada en una manifestación pública en la calle, siempre y cuando se respeten ciertas limitaciones a este derecho a mostrar banderas, alegando razones de orden público, prevención de xenofobia, de violencia o de racismo.

El juez decidió ayer autorizar la presencia de banderas esteladas en la final de mañana de la Copa del Rey entre el FC Barcelona y el Sevilla FC, dejando sin efecto la prohibición acordada por la Delegación del Gobierno en Madrid.

La Constitución avala el derecho a la libertad de expresión y en base a ello el juez ha dictaminado. Si bien es cierto, y partiendo siempre de la base en el respeto a las decisiones judiciales, como ejercicio de responsabilidad social resultaba pertinente evitar un escenario desafortunado de lucha política entre dos aficiones y durante un evento deportivo. El artículo 21.1 así lo constata, porque establece la prohibición de «símbolos, pancartas y emblemas que constituyan un acto de desprecio a las personas participantes en el espectáculo». Lo que en principio resultaba incoherente al prohibir algo avalado por la ley, se equilibraba con la también ilógica falta de coherencia de quienes piden el respeto por una ideología, cuando en muchas instituciones catalanas no consideran los símbolos nacionales. Eso sin olvidar que la presencia de estos símbolos no son representativos del resto de los ciudadanos que no se alinean con esa opción ni con sus iconos.

Al margen de esto, y siendo realistas, es evidente que la aplicación efectiva de la norma era complicada, y que si se considera provocación llevar esteladas o silbar el himno con desprecio en una cita como la Copa del Rey, también es alimento para las fobias. Actuaciones como esta agudizan problemas ya endémicos de independentismo, incrementados en los últimos tiempos por quienes avalados por el poder alientan dichas conductas.

No obstante, lo que no es de recibo y debe evitarse a toda costa, es permitir que se siga navegando a la deriva en el barco de los que quieren politizar los eventos deportivos, que deben ser ejemplo de tolerancia y de respeto, y responder siempre a un fin altruista y desinteresado.