Los principios rectores del sistema educativo en Cataluña son el respeto de los derechos y los deberes que se derivan de la Constitución, del Estatuto, la convivencia, la cohesión social, la inclusión escolar de todos los niños y jóvenes, del mismo modo que evitar cualquier tipo de proselitismo o adoctrinamiento. Así se lo recuerda la Fiscalía de Delitos de Odio a los profesores y profesoras que el día 2 de octubre de 2017, el día después del simulacro de referéndum en Cataluña, hicieron levantar la mano a los hijos de los guardia civiles mientras asistían a clase con el fin de señalarles y decirles (en público) que, según ellos, sus padres son como perros salvajes o que solo saben dar palos. Lindezas de ese tipo. Ocurría en el instituto de Sant Andreu de la Barca y los docentes implicados son nueve, una cifra nada despreciable.
Es preocupante que los niños y jóvenes de algunos centros docentes estén en manos de adultos que se dejan arrastrar por su ideología y que utilizan su posición de poder para humillar, señalar o adoctrinar a los alumnos. Si se demuestra que las acusaciones contra estos nueve sujetos son ciertas, deberían tomarse medidas para que nunca más volviesen a suceder cosas similares dentro de un aula. Hacen que la profesión parezca indigna cuando no lo es.
Los niños y jóvenes españoles tienen derecho a construir su propio criterio desde la libertad, nunca desde la presión ejercida en el aula, una presión ideológica que excluye al que no la acepta como propia.
Sería muy conveniente que el Gobierno diseñase una campaña de comunicación explicando lo que son y representan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la labor que llevan a cabo día a día. Así, tal vez los que ven en nuestros policías, guardia civiles o militares, a unos enemigos peligrosos, podrían comprender que esos hombres y mujeres son garantes de la paz y de una convivencia ordenada y en paz.
En el caso de Cataluña se hace imprescindible que el Gobierno haga todo lo necesario para que en los colegios no se adoctrine ni se humille a los alumnos y para que los medios de comunicación públicos no sigan siendo máquinas propagandísticas en manos del movimiento independentista catalán.
El problema sigue creciendo.