Después de renunciar a su acta de diputado; un movimiento muy coherente y casi obligado dadas las circunstancias, una decisión que le honró como persona aunque por poco tiempo; del que es hasta ahora el último Secretario General del Partido Socialista Obrero Español; un político que parece, otra vez, empeñado en realizar movimientos confusos e inexplicables; ha vuelto a quedar en entredicho al colocarse en una situación extrema desde un punto de vista político. Ya son muchos los analistas que señalan a Sánchez como un cadáver político.
Como ya ha sucedido tantas veces dentro del PSOE y de otras formaciones políticas, lo lógico hubiera sido una retirada prudente y elegante por parte de Pedro Sánchez. Sin embargo, ha elegido el camino más difícil poniendo en marcha su particular fábrica de apoyos para intentar estar, otra vez, en primera fila y, por lo que parece, participar como candidato en unas primarias que deberían celebrarse en fechas futuras. Unas primarias que, por cierto, podrían tardar muchos meses en llegar.
Pedro Sánchez ha pasado de calificar como populista a Pablo Iglesias y a su partido, a afirmar que se equivocó, que nunca debería haber pactado con Ciudadanos y sí con la formación morada. Pedro Sánchez ha pasado de negar categóricamente presiones por parte de entidades de gran fortaleza económica a decir que sí, que ha sido presionado y mucho. Ahora dice que sus compañeros de partido lo que buscan es que no pueda hacer pedagogía entre los afiliados socialistas. Pedro Sánchez insiste en no querer comprender que la confrontación política es dura y que en esas batallas siempre hay bajas, bajas que uno no conoce hasta el final, bajas entre las que puede estar uno mismo sin saberlo. Pero, sobre todo, Sánchez no entiende que negar lo que dijo es negar su propio proyecto y a él mismo.
Pedro Sánchez tiene pocas opciones. Una de ellas pasa por asumir su nuevo rol dentro del partido y que eso suponga acatar lo que diga la Comisión Gestora que gobierna el PSOE en estos momentos. Cualquier otra cosa, incluso aludiendo al carácter democrático de lo que se quiera hacer, sería ir en contra de los intereses del propio partido y, además, en contra de su propia carrera. La otra es dejar de militar en el PSOE y fundar un nuevo partido o afiliarse a alguna formación que se ajuste a su ideología. Atendiendo a las declaraciones de Sánchez, no parece que tenga demasiadas dificultades para encontrar acomodo político.
Los últimos movimientos de Sánchez intentan poner en entredicho todo lo que ha sucedido en las últimas semanas. Es decir, son reacciones contrarias a lo que el PSOE necesita ahora, que no es otra cosa que fortalecerse y encontrar un candidato que lidere el nuevo camino hacia el futuro que tienen la obligación de dibujar. Un fortalecimiento que España necesita puesto que el PSOE ha sido un partido clave en la transición española y lo es en el presente político español. La estabilidad que aporta el socialismo español es absolutamente necesaria. Porque una izquierda moderada, dispuesta a esforzarse por construir, que sea alternativa seria de Gobierno, es fundamental y sería una pérdida irreparable para nuestro país.