Llega al Congreso de los Diputados el primer pacto de Estado de la legislatura aunque con algunos meses de retraso. Unas negociaciones más fluidas hubieran acelerado el resultado que será definitivo de aquí a final de año, pero lo importante es que llega algo tan necesario como esperado.
La violencia machista se ha cobrado más de treinta vidas en lo que va de año. Siguen siendo excesivas. Una sola ya lo es.
Las imágenes que se difunden en los medios de comunicación, las noticias en periódicos y radios de toda España, son demasiado frecuentes. Aunque, aun siendo así, el problema de la violencia de género es mucho más serio y está más arraigado de lo que pudiera parecer. Son miles el número de agresiones que se producen al cabo del año y de las que no se sabe nada. Sólo se denuncian 20 de cada 100. Así, la violencia machista se tiñe de una espesa invisibilidad; la mayor parte de estas situaciones se descubren cuando ya es demasiado tarde. A esa invisibilidad se le suma una clara impunidad en un alto porcentaje de los casos que quedan sin condenar, con los maltratadores libres y, lógicamente, con posibilidades de volver a cometer actos violentos que pueden poner la vida de las personas en peligro. Esas condenas están muy por debajo del 10 por ciento.
Los grupos de la subcomisión del Congreso han acordado 200 medidas y un presupuesto de 1000 millones de euros en cinco años.
Las negociaciones han sido intensas y el resultado de las mismas va dando forma definitiva a un documento final en el que se modificarán los mecanismos con los que se puedan acreditar a las víctimas como tal; la definición de lo que es la violencia machista se ha redactado con la colaboración de todos los grupos; el artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal se elimina en los casos de violencia de género y la víctima tendrá que declarar contra el maltratador; y el régimen de visitas por parte de los agresores se ha discutido profundamente para que los resultados queden incluidos en ese documento.
Este es un pacto de Estado necesario y fundamental para acabar con una lacra que la sociedad española no debe consentir de ninguna de las maneras. Será necesaria una gran dosis de pedagogía explicando qué es y lo que representa la violencia de género y todo tipo de esfuerzos que resultan vergonzosos para la sociedad y arañan la dignidad de un pueblo entero. Frente a un problema como este no cabe otra posibilidad que no sea la unidad de todas las fuerzas políticas que representan a los españoles.
Tolerancia cero con la violencia machista.