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Imagen de la calle Betis. / Jesús Barrera
Si el imperio de la burocracia lo permite, algún día no demasiado lejano, dentro de equis años, la antigua comisaría de la calle Betis será otra cosa. Con las oficinas recién trasladadas al rascacielos de la Cartuja, el moribundo edificio que hasta hace un par de meses las acogía más parece condenado al derribo que destinado a la reforma. Pero ya lo tiren o lo arreglen, su privilegiado lugar deberá servir para algo que esté a la altura de su emplazamiento. En el barrio hablan de una biblioteca, y no es mala idea. Tal vez sería también una estupenda sede para un pequeño Museo de Triana, antes de que mueran de viejos los últimos que vivieron la sutil naturaleza del arrabal, hoy casi diluida. Triana merece un lugar donde pueda contar su historia no ya al turismo, que por su expansiva naturaleza tenderá a visitarlo, sino sobre todo a los vecinos. Pero desde luego, lo que no necesita es otro bar ni otro centro comercial. Por si acaso en algún sitio estuvieran pensando en más de lo mismo.